sábado, 19 julio 2025

Llegó a España el auge del ‘plogging’, la moda ecológica que combina salir a correr con recoger basura

El auge del plogging está transformando el paisaje de nuestras ciudades de una manera tan silenciosa como efectiva. Lo que a primera vista podría parecer una escena extraña, la de un corredor deteniéndose para recoger una lata del suelo, es en realidad la punta de lanza de un movimiento global que ha llegado a España para quedarse. Esta práctica, cuyo nombre ya resuena en parques y paseos marítimos de todo el país, fusiona de forma magistral el cuidado personal con el cuidado del entorno. Es la respuesta perfecta a una doble necesidad de nuestro tiempo: mantenernos en forma y combatir la creciente marea de residuos que ensucian nuestros espacios comunes.

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Más que una simple moda pasajera, esta tendencia representa un cambio de mentalidad profundo. Demuestra que el activismo medioambiental no está reñido con nuestras rutinas diarias, sino que puede integrarse en ellas de una forma sencilla y gratificante. La idea es tan simple como genial: aprovechar la energía de una carrera para dejar el mundo un poco más limpio de como lo encontramos. Y es precisamente esta sencillez, combinada con un impacto visual y emocional inmediato, lo que ha provocado que miles de ciudadanos se calcen las zapatillas y se armen con guantes y bolsas, convirtiendo el ejercicio físico en un acto de responsabilidad cívica.

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EL FUTURO ES VERDE (Y EN ZAPATILLAS): EL IMPACTO A LARGO PLAZO DEL PLOGGING

Fuente Pexels

El verdadero objetivo a largo plazo de este movimiento es, paradójicamente, su propia desaparición. Los impulsores del plogging no aspiran a pasarse la vida recogiendo la basura de los demás, sino a crear una conciencia tan profunda que, en el futuro, no quede basura que recoger. Cada bolsa llena es una victoria a corto plazo, pero también un recordatorio visual del fracaso colectivo en la gestión de nuestros desechos. Por ello, esta actividad es en realidad una forma de activismo performativo que busca provocar un cambio de comportamiento en toda la sociedad, desde el ciudadano de a pie hasta las administraciones y empresas.

Esta tendencia ya está inspirando otras variantes que combinan el cuidado del medio ambiente con diferentes actividades al aire libre, como el «pliking» (recoger basura mientras se hace senderismo) o el «plogging acuático» desde tablas de paddle surf. Es la prueba de que ha nacido una nueva cultura del ocio activo y con propósito. El legado del plogging será, con suerte, mucho más que parques y playas más limpios; será haber demostrado que cualquier individuo, armado con poco más que su propia voluntad, puede ser un agente de cambio poderoso, redefiniendo nuestra relación con el deporte y con el planeta que habitamos.

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