viernes, 18 julio 2025

El pueblo medieval de Girona que te transportará a ‘Juego de Tronos’ en cada una de sus calles

La provincia de Girona esconde entre sus valles y montañas un tesoro que desafía el paso de los siglos, un lugar donde la fantasía de las grandes sagas y la contundencia de la historia se dan la mano en cada esquina. Hablamos de Besalú, una villa condal cuyo nombre resuena con ecos de nobleza y misterio. Adentrarse en ella no es simplemente hacer turismo; es cruzar un umbral invisible hacia un medievo asombrosamente vivo, una experiencia que transforma al viajero en explorador. La piedra, protagonista absoluta del paisaje, narra en silencio las gestas de caballeros, las oraciones en antiguas sinagogas y el murmullo de un mercado que, aún hoy, parece latir bajo los soportales de su plaza mayor, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido en la Edad Media.

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El magnetismo de este enclave gerundense es tan poderoso que ni siquiera la industria del entretenimiento más potente del mundo pudo resistirse a sus encantos. Su atmósfera, densa y cargada de leyendas, ofrece mucho más que una simple visita monumental; es una inmersión completa en un pasado palpable, una invitación a perderse en un laberinto de callejuelas empedradas que promete desvelar secretos a quienes sepan escuchar. Cada paso sobre sus cantos rodados es una nota en una sinfonía de historia que envuelve y fascina, preparando el espíritu para descubrir por qué este rincón de la Garrotxa se ha convertido en un icono que trasciende nuestras fronteras, un auténtico plató al aire libre que espera ser redescubierto.

EL PUENTE QUE DESAFÍA AL TIEMPO: LA BIENVENIDA A OTRO MUNDO

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La primera visión de Besalú es, sencillamente, inolvidable. El puente románico fortificado que salva las aguas del río Fluvià no es una mera estructura de paso, sino una declaración de intenciones, una puerta monumental que separa el mundo cotidiano del universo mágico que aguarda al otro lado. Su perfil angulado, con la torre defensiva en el centro, es el resultado de una construcción iniciada en el siglo XI y consolidada en el XII, símbolo indiscutible de la villa y una de las postales más icónicas de Cataluña. Cruzarlo a pie, sintiendo la irregularidad de su pavimento y asomándose a las aguas serenas del río, es el rito de iniciación necesario para comprender la magnitud histórica y la belleza plástica del lugar. Es un prólogo de piedra que anticipa una narrativa excepcional.

Construido para proteger y controlar el acceso a la villa, este puente fue durante siglos la arteria vital de Besalú y una fuente de ingresos gracias al portazgo que se cobraba a mercaderes y viajeros. Ha sobrevivido a riadas, guerras y al desgaste implacable de los siglos, erigiéndose como un prodigio de la ingeniería medieval. Cada una de sus piedras parece custodiar el eco de las herraduras de los caballos del conde, el trasiego de los comerciantes que acudían a su pujante mercado y los susurros de los peregrinos. Como testigo mudo de batallas, acuerdos comerciales y el paso de incontables generaciones, el puente no es solo una obra de ingeniería, sino el guardián de la memoria colectiva de uno de los enclaves más fascinantes de la provincia de Girona.

TRAS LOS PASOS DE LOS LANNISTER: BESALÚ EN EL CORAZÓN DE PONIENTE

Aunque la capital de la provincia de Girona fue el escenario principal de muchas secuencias de la sexta temporada de ‘Juego de Tronos’, el espíritu de la serie impregna de manera natural la atmósfera de Besalú. Sus callejuelas tortuosas, sus arcos de piedra y la solemnidad de sus edificios históricos conforman un escenario que parece diseñado a medida para las intrigas y la estética de Poniente, haciendo que el visitante se sienta parte del universo creado por George R. R. Martin. No hace falta buscar una localización exacta para sentir esa conexión; basta con dejarse llevar por la intuición y observar los juegos de luces y sombras en los muros centenarios para imaginar a cualquier personaje de la saga doblando una esquina, en una fusión perfecta entre la realidad histórica y la ficción televisiva.

Este fenómeno ha provocado que la ruta por la Girona de ‘Juego de Tronos’ sea una de las más demandadas por los aficionados al turismo cinematográfico. La propia ciudad de Girona prestó su catedral para ser el Gran Septo de Baelor y sus calles para recrear Braavos o Desembarco del Rey. Besalú complementa esa ruta de forma magistral, aportando esa esencia de villa medieval fortificada, más recogida y quizás más auténtica. La elección de esta zona de Cataluña por parte de los localizadores de HBO no fue casual, sino que respondía a la necesidad de encontrar lugares con una personalidad arrolladora, convirtiendo a toda la provincia en un destino de peregrinación para los seguidores de la serie, que buscan revivir las escenas en su emplazamiento original.

SECRETOS DE LA JUDERÍA: UN VIAJE AL ALMA SEFARDÍ DE GIRONA

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Perderse por el entramado del antiguo barrio judío, conocido como el call, es una de las experiencias más profundas que ofrece Besalú. Este sector de la villa conserva intacto el trazado medieval, un laberinto de pasajes estrechos y patios ocultos que susurran historias de una comunidad floreciente, y que fue una de las más importantes de la Girona medieval. Aquí vivieron médicos, prestamistas y eruditos que contribuyeron de manera decisiva al esplendor del condado. Caminar por estas calles es retroceder en el tiempo hasta una época de convivencia y, también, de tensiones, cuya memoria ha quedado grabada en la propia estructura urbana, un testimonio físico de un legado cultural y espiritual que se resiste a desaparecer entre las piedras.

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El mayor tesoro de este legado es, sin duda, el miqvé. Descubierto casi por casualidad en 1964, este baño de purificación ritual judío del siglo XII es una joya de valor incalculable. Se trata de un recinto subterráneo, excavado en la roca, al que se desciende por una escalera de piedra hasta llegar a la piscina que se llenaba con agua de manantial. Su excepcional estado de conservación lo convierte en uno de los pocos baños de este tipo que se conservan en Europa y un testimonio excepcional de la vida judía; su hallazgo y estudio han aportado una luz incalculable sobre el pasado. La visita a este espacio sagrado, solemne y cargado de significado, es un momento de conexión directa con el alma más íntima y reservada de la Besalú sefardí, una pieza clave para entender la rica diversidad histórica de Girona.

CALLEJEANDO POR LA HISTORIA: CADA RINCÓN, UN NUEVO DESCUBRIMIENTO

Más allá de sus monumentos más célebres, el verdadero placer de Besalú reside en el acto de caminar sin rumbo fijo, de dejarse sorprender por los detalles que afloran a cada paso. La Plaça de la Llibertat, con sus soportales y su animado ambiente, es el corazón social de la villa, un espacio que invita a detenerse y observar. El simple acto de callejear, donde cada fachada de piedra y cada balcón de forja cuenta una pequeña parte de la gran crónica del lugar, se convierte en la principal actividad del visitante. Es en esa exploración pausada donde se revela la verdadera esencia de este pueblo, descubriendo portones centenarios, escudos nobiliarios desgastados por el tiempo y ventanas góticas que parecen observar al paseante con la sabiduría de los siglos.

Esta exploración urbana lleva inevitablemente a otros edificios de gran relevancia, como la iglesia del monasterio de Sant Pere. Fundado en el siglo X, este templo es un magnífico ejemplo del románico catalán que preside la plaza principal del pueblo; el monasterio fue el núcleo espiritual y de poder durante siglos. Su fachada, con sus singulares figuras de leones, y su majestuoso interior invitan al recogimiento y la admiración. Cerca de allí se encuentra la Casa Cornellà, un espléndido ejemplo de arquitectura civil románica, o la iglesia de Sant Vicenç, con su mezcla de estilos que van del románico al gótico. Cada uno de estos hitos enriquece el relato de un municipio de Girona que es, en sí mismo, un museo al aire libre, una lección de historia del arte en cada plaza y callejón.

SABORES DE LA GARROTXA: DONDE LA TRADICIÓN SE SIENTA A LA MESA

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Una inmersión completa en la cultura de Besalú sería incompleta sin dedicar un tiempo a su gastronomía, profundamente arraigada en el paisaje de la comarca de la Garrotxa, una de las más singulares de Girona. La cocina local, conocida como «cocina volcánica», aprovecha los productos de una tierra fértil y singular, dando lugar a platos contundentes y llenos de sabor. Embutidos artesanales como la butifarra dulce, carnes de caza, y los famosos fesols de Santa Pau son solo algunas de las delicias que se pueden degustar en sus restaurantes. Es una cocina de raíces profundas basada en el producto de proximidad y las recetas tradicionales, que ofrece al viajero una experiencia tan auténtica como la propia visita al pueblo.

El broche de oro a esta jornada de exploración lo pone el ambiente que se respira al caer la tarde, cuando la mayoría de los turistas se han marchado y la villa recupera su ritmo pausado. Es el momento perfecto para disfrutar de la tranquilidad, sentarse en una terraza y degustar una ratafía, el licor de hierbas típico de la región de Girona. El paseo final por sus calles iluminadas, casi en solitario, permite absorber por última vez la magia del lugar, donde la artesanía local y los productos de la tierra se ofrecen en pequeños establecimientos con encanto, demostrando que el pasado y el presente pueden convivir en perfecta armonía. Esta experiencia completa es lo que convierte la visita a Besalú, en la provincia de Girona, en un recuerdo imborrable.

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