La ensaladilla rusa es uno de esos platos que despiertan nostalgia, apetito y sensación de verano en cada bocado. Aunque su origen se remonta a la Rusia zarista, en España se ha convertido en una receta imprescindible cuando suben las temperaturas. Cada familia tiene su propia versión, pero hay algo que nunca cambia, y es que cuando está bien hecha, con ingredientes frescos y cariño, brilla en cualquier mesa.
Lejos de las versiones rápidas hechas con bolsas congeladas o mayonesa de bote, esta receta clásica invita a recuperar el sabor auténtico. Porque sí, hay una enorme diferencia entre una ensaladilla rusa hecha al detalle y una que solo busca salir del paso. El truco está en los tiempos, en respetar las texturas y en lograr ese equilibrio de sabores que la convierten en el plato estrella de cualquier comida veraniega.
1Ingredientes para una fresca y deliciosa ensaladilla rusa

La ensaladilla rusa se basa en ingredientes sencillos, pero el resultado depende de su calidad. Lo primero es elegir buenas patatas, preferiblemente nuevas, que mantengan su textura al cocerlas sin volverse harinosas. Las zanahorias deben ser firmes y dulces, y los guisantes mejor si son frescos o congelados, nunca de lata. Además, los huevos cocidos aportan cremosidad, mientras que el atún, bien escurrido y en aceite de oliva, añade profundidad al sabor.
Algunos puristas insisten en añadir pepinillos, aceitunas verdes o incluso pimiento rojo para dar un toque de acidez y color. Otros prefieren mantenerla más neutra y tradicional. Lo importante es no saturar con demasiados elementos y dejar que los sabores principales se complementen entre sí. Y, por supuesto, la mayonesa debe ser casera o de buena calidad, suave y sin exceso de vinagre.