Podemos ha comenzado a trazar un nuevo rumbo político con el objetivo claro de marcar distancias respecto a Sumar, el proyecto liderado por Yolanda Díaz con el que compartieron espacio en 2023.
El movimiento del partido morado consiste en tejer una alianza con fuerzas soberanistas de izquierdas como EH Bildu, ERC y el BNG, con las que comparten una agenda social y territorial más radical que la que representa Sumar.
Esta estrategia, que se ha intensificado en las últimas semanas, busca posicionar a Podemos como la verdadera fuerza transformadora en el Congreso, alejada de lo que consideran una deriva institucionalista de sus antiguos aliados.
El punto de inflexión se ha producido en el marco del caso de Las Seis de la Suiza, un grupo de sindicalistas condenadas por su participación en una protesta laboral en Gijón. Podemos ha encontrado en este caso un símbolo con el que movilizar a su electorado y marcar perfil propio.
La presentación de una proposición no de ley conjunta con EH Bildu, ERC y el BNG para solicitar su indulto ha servido no solo para visibilizar su compromiso con el sindicalismo combativo, sino también para escenificar una alianza política que va más allá de este caso concreto.
REUNIÓN EN EUSKADI
Las reuniones mantenidas en el País Vasco por parte de dirigentes destacadas de Podemos, como Ione Belarra e Irene Montero, con Arnaldo Otegi, forman parte de esta estrategia de reconstrucción de alianzas.
Lejos de buscar integración en un espacio amplio como Sumar, el partido apuesta ahora por un frente de izquierdas alternativo, más compacto, crítico con el Gobierno y con una posición más nítida en temas como el derecho a decidir, la lucha contra la represión o la defensa de los servicios públicos.
Podemos ha optado por reforzar su presencia política mediante alianzas con formaciones que no compiten por el mismo electorado a nivel estatal, pero con las que sí coinciden en una agenda de ruptura.
Así, el frente con Bildu, ERC y el BNG responde tanto a una afinidad ideológica como a un cálculo estratégico: se busca reconstruir una nueva mayoría a la izquierda del PSOE sin pasar por Sumar. Además de las afinidades programáticas, el nuevo bloque se cohesiona alrededor de una narrativa común: la de ser fuerzas políticas perseguidas, marginadas por el sistema y ajenas a las lógicas de la política institucional tradicional focalizada en Madrid.

Este relato conecta con las bases militantes de todas estas formaciones, especialmente en un contexto de desafección hacia los grandes consensos parlamentarios y las alianzas con el PSOE. La apuesta de Yolanda Díaz por una política más conciliadora con el PSOE han terminado por empujar al partido de Belarra a buscar una alternativa.
La construcción de un nuevo bloque permite a los morados recuperar centralidad en ciertos debates parlamentarios, presionar al Gobierno desde una posición diferenciada y, sobre todo, recuperar una narrativa de confrontación con el poder que había perdido fuerza en los últimos años.
NUEVAS INICIATIVAS
En este contexto, la coordinación con los partidos soberanistas también les ofrece la posibilidad de tener voz en debates claves sobre el modelo de Estado, la descentralización, la financiación autonómica o los derechos civiles.
El caso de Las Seis de la Suiza es solo el primer paso de una serie de iniciativas parlamentarias conjuntas con las que se pretende forjar un frente sólido. Se espera que, en los próximos meses, se multipliquen las proposiciones legislativas compartidas y las acciones de denuncia conjunta, tanto dentro como fuera del Congreso.
El nuevo frente también tiene como objetivo agitar el mapa político de cara a futuros procesos electorales. Aunque en el corto plazo no se contempla una coalición electoral, la sintonía política y la articulación parlamentaria pueden desembocar en alianzas estables. Por ello, el acercamiento a Bildu, ERC y el BNG no debe interpretarse como un giro aislado, sino como parte de una nueva etapa en la evolución de Podemos.
Una etapa en la que se busca reconstruir poder político desde la base, con un discurso más radicalizado, anclado en las luchas sociales y claramente diferenciado tanto del PSOE como de Sumar. La apuesta es arriesgada, pero clara: volver a ser el referente de una izquierda rupturista, que no teme enfrentarse al sistema y que se reivindica como la heredera legítima del espíritu del 15M.