martes, 22 julio 2025

«No es cansancio, es tu tiroides gritando»: la señal de alarma que el 75% de las mujeres ignora

La disfunción de la tiroides es una de las condiciones médicas más infradiagnosticadas en la actualidad, una epidemia silenciosa que afecta de manera desproporcionada a las mujeres. Se camufla bajo la apariencia del estrés de la vida moderna, el agotamiento crónico que muchas asumen como el peaje ineludible de la multitarea, la carrera profesional y la vida familiar. Ese cansancio que se arrastra desde que suena el despertador, la sensación de no haber descansado nunca de verdad, puede ser mucho más que una simple fatiga pasajera. Cuando ese agotamiento se vuelve una constante, es la primera y más rotunda señal de que algo en nuestro organismo no funciona como debería, un grito de auxilio de una pequeña glándula con un poder inmenso sobre nuestro bienestar general.

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Esa extenuación persistente raramente viene sola; suele ir acompañada de un séquito de síntomas que, de forma aislada, podrían parecer triviales o achacables a otras circunstancias. La caída del cabello más acentuada de lo normal, una sensibilidad al frío que obliga a llevar una chaqueta en pleno verano o una piel cada vez más seca y apagada no son casualidades. Son piezas de un rompecabezas que muchas mujeres tardan años en completar, ignorando las señales que su propio cuerpo les envía. Comprender este cuadro clínico es el primer paso para dejar de normalizar un malestar que tiene nombre y, afortunadamente, tratamiento, desvelando un problema de salud que puede estar detrás de una notable pérdida de calidad de vida y que merece toda nuestra atención.

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EL CAMINO HACIA LA RESPUESTA: CÓMO PONERLE NOMBRE AL ENEMIGO

Fuente: Freepik

Si te reconoces en este cuadro de síntomas, el primer paso es dejar de normalizarlo y buscar activamente una respuesta. No es una cuestión de edad, ni «cosas de mujeres», sino una condición médica que requiere atención. La clave es acudir al médico de cabecera con una descripción clara y detallada de lo que sientes. Anotar los síntomas, su frecuencia e intensidad puede ser de gran ayuda para que el profesional tenga una visión completa del problema. Es fundamental ser persistente y no conformarse con un diagnóstico vago de estrés o agotamiento, especialmente si la intuición te dice que hay algo más profundo que no funciona bien. Este acto de autodefensa es crucial en el camino hacia el diagnóstico de un problema de tiroides.

El diagnóstico del hipotiroidismo es relativamente sencillo y se confirma mediante un análisis de sangre. La prueba principal mide el nivel de la TSH (Hormona Estimulante de la Tiroides), una hormona producida por la hipófisis que le ordena a la tiroides que trabaje. Si los niveles de TSH son elevados, es una señal inequívoca de que la hipófisis está «gritando» para que una tiroides perezosa se ponga en marcha. Generalmente, este análisis se complementa con la medición de la hormona T4 libre para confirmar que su producción es insuficiente. En ocasiones, también se solicitan los anticuerpos antitiroideos para determinar si la causa es autoinmune, como en la Tiroiditis de Hashimoto.

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