lunes, 21 julio 2025

Confirmado: El 90% de españoles usa mal el ibuprofeno y daña sus riñones sin saberlo

El uso incorrecto del ibuprofeno se ha convertido en una alarmante normalidad en nuestro país, un gesto tan cotidiano como peligroso que la mayoría de la población lleva a cabo sin ser consciente de sus devastadoras consecuencias. Según datos revelados por un reciente estudio del Hospital Gregorio Marañón, una abrumadora mayoría de los españoles ignora las pautas básicas para consumir este fármaco de forma segura. Este desconocimiento generalizado está sembrando, de manera silenciosa pero implacable, un terreno fértil para la aparición de graves patologías gástricas y, sobre todo, renales, convirtiendo uno de los medicamentos más populares de nuestros botiquines en un enemigo oculto que reside en casa.

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La facilidad para adquirirlo y la falsa creencia de que es un remedio inocuo para casi cualquier mal han provocado que su consumo se dispare sin control. El problema reside en prácticas aparentemente inofensivas, como ingerirlo con el estómago vacío para atajar rápidamente un dolor de cabeza o combinarlo con bebidas alcohólicas durante una reunión social. Lo que muchos no saben es que, estos hábitos multiplican exponencialmente su toxicidad, iniciando un proceso de deterioro en órganos vitales que no presenta síntomas evidentes hasta que el daño, en muchas ocasiones, ya es considerable y difícilmente reversible. La clave no está en demonizar el fármaco, sino en entender su poder y sus reglas.

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CUANDO TUS RIÑONES PIDEN AUXILIO A GRITOS (QUE NO OYES)

Fuente: Freepik

Si el daño gástrico es la cara más conocida de la moneda, la toxicidad renal es su reverso tenebroso y, a menudo, mucho más grave. El abuso de este fármaco afecta a los riñones principalmente de dos maneras: por un lado, tiene un efecto tóxico directo sobre las células renales y, por otro, reduce el flujo de sangre que llega al riñón al inhibir las prostaglandinas que también se encargan de dilatar los vasos sanguíneos renales. Este doble ataque compromete seriamente la capacidad de filtrado de los riñones, un daño que, al igual que el gástrico, progresa de forma sigilosa.

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Este deterioro de la función renal es especialmente preocupante porque, a diferencia de una molestia estomacal, no suele dar la cara hasta que el problema está muy avanzado. Cuando aparecen los síntomas, como la hinchazón de piernas, la fatiga o cambios en la orina, el riñón puede haber perdido ya una parte importante de su capacidad funcional, en ocasiones de forma irreversible. El consumo crónico de ibuprofeno es, por tanto, un factor de riesgo de primer orden para desarrollar una enfermedad renal crónica, una patología severa que puede acabar requiriendo tratamientos tan invasivos como la diálisis.

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