martes, 22 julio 2025

Este es el único lugar de España donde todavía se cultiva té desde el siglo XIX, y que debes probar por sus propiedades sanadoras

En el norte de la isla de Tenerife, existe un rincón de España que parece sacado de un paisaje asiático, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido hace más de un siglo. Se trata del Valle de Orotava, el único enclave de nuestro país y de toda Europa donde las plantaciones de té no solo sobrevivieron al paso del tiempo, sino que continúan produciendo una bebida de cualidades excepcionales. Esta anomalía agrícola, un auténtico tesoro botánico que desafía la lógica geográfica y climática del continente, ofrece una experiencia sensorial y cultural que conecta directamente con una historia de audacia y resiliencia. Un vestigio vivo que demuestra la increíble diversidad de nuestro territorio.

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La historia de estas plantaciones es una epopeya de adaptación y perseverancia que merece ser contada. Imaginar colinas cubiertas por el verde intenso de la Camellia sinensis en suelo español resulta casi una fantasía, pero en este microclima canario la fantasía se hizo realidad. Lejos de ser un simple cultivo, el té de Orotava es un símbolo de la capacidad humana para colaborar con la naturaleza en las condiciones más inesperadas, una invitación a descubrir cómo la singularidad de un entorno puede dar lugar a productos irrepetibles. Es un viaje a los sentidos que comienza en la tierra volcánica y culmina en una taza humeante cargada de matices y propiedades beneficiosas.

UN LEGADO DEL SIGLO XIX QUE SOBREVIVE AL TIEMPO

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La aventura del té en Tenerife comenzó a mediados del siglo XIX, cuando la familia Gorreana, con una visión empresarial notable para la época, decidió introducir el cultivo de la Camellia sinensis en sus tierras. Lo hicieron como una alternativa a la crisis de la cochinilla, el insecto del que se extraía un valioso tinte rojo y cuya demanda se desplomó con la aparición de los colorantes sintéticos. Esta decisión, una apuesta audaz en un territorio completamente ajeno a esta planta, sentó las bases de una tradición que ha perdurado contra todo pronóstico durante más de 140 años, convirtiéndose en un emblema de la agricultura local y un caso de estudio a nivel mundial.

Otras plantaciones intentaron florecer en la isla y en otras zonas de la península, pero ninguna logró la continuidad de la que hoy presume la fábrica de Té Gorreana. La combinación de un modelo familiar muy arraigado, el mantenimiento de una maquinaria original de la época victoriana y un profundo respeto por los ciclos naturales del cultivo fueron las claves de su supervivencia. Mientras otros proyectos sucumbían, este enclave se consolidaba como el último bastión del té en Europa occidental, un museo viviente que sigue produciendo y exportando un producto de altísima calidad, manteniendo intacta la herencia de sus fundadores y la esencia de un té único en el mundo. Es un orgullo para España.

EL SECRETO ESTÁ EN EL CLIMA: LA MAGIA DE LOS ALISIOS

El verdadero artífice de este milagro botánico es el microclima excepcional del Valle de Orotava, un fenómeno que no se replica en ninguna otra parte de Europa. La altitud de las plantaciones, situadas a varios cientos de metros sobre el nivel del mar, junto a la elevada humedad ambiental y unos suelos de origen volcánico ricos en minerales, crea las condiciones idóneas para el desarrollo de la planta del té. Este ecosistema, un santuario natural protegido de los vientos secos y las temperaturas extremas, permite que las hojas crezcan lentamente, concentrando una mayor cantidad de nutrientes y compuestos aromáticos que definen su carácter inconfundible. Es la diversidad climática de España en su máxima expresión.

El papel de los vientos alisios es fundamental en esta ecuación. Estas corrientes de aire, cargadas de la humedad del Atlántico, ascienden por las laderas del Teide y generan un mar de nubes que actúa como un difusor solar natural, protegiendo las plantas de la insolación directa y manteniendo una temperatura constante y suave durante todo el año. Es este velo de nubes, el responsable de que el té desarrolle un bajo nivel de taninos y un sabor delicado y dulce, lo que lo diferencia de otras variedades más astringentes cultivadas en otras latitudes. Unas condiciones imposibles de encontrar en la España peninsular.

DE LA PLANTA A LA TAZA: UN PROCESO ARTESANAL

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La recolección del té en estas plantaciones sigue un calendario preciso, ajustado a los ritmos de la naturaleza y no a las exigencias de una producción masiva. Durante la temporada de cosecha, que se extiende de primavera a otoño, se seleccionan cuidadosamente los brotes y las hojas más tiernas, un trabajo que a menudo combina métodos mecánicos adaptados con la supervisión experta de operarios que conocen cada palmo del terreno. Esta fase inicial, clave para garantizar la calidad final del producto, se realiza con un esmero que evoca las prácticas ancestrales, buscando siempre el punto óptimo de maduración de la hoja para capturar su máxima expresión.

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Una vez recolectadas, las hojas se transportan a la fábrica, un edificio histórico donde el tiempo parece haberse detenido. Allí, la maquinaria original del siglo XIX, importada desde Inglaterra, sigue funcionando a pleno rendimiento para procesar la cosecha. Las hojas se someten a un proceso de marchitado, enrollado, oxidación y secado que se ha mantenido prácticamente inalterado desde los inicios. Este método artesanal, una reliquia industrial que dota al té de un carácter único e irrepetible, asegura que cada lote conserve las propiedades y los matices que lo han hecho famoso, un legado de la historia industrial de España. La fidelidad al proceso es absoluta.

MÁS ALLÁ DEL SABOR: LAS VIRTUDES DE UN TÉ ÚNICO

El té verde y el té negro que se producen en el Valle de Orotava no solo destacan por sus cualidades organolépticas, sino también por sus reconocidas propiedades beneficiosas para la salud, que aquí parecen verse potenciadas. Al cultivarse en un ambiente libre de contaminación, sin pesticidas ni herbicidas químicos, el producto final es de una pureza excepcional. Este té es rico en antioxidantes, especialmente catequinas como la epigalocatequina galato (EGCG), compuestos que ayudan a neutralizar los radicales libres y a proteger el organismo del envejecimiento celular. Su consumo regular se asocia con la mejora de la salud cardiovascular y el fortalecimiento del sistema inmunitario.

Además de sus antioxidantes, este té canario posee un equilibrio perfecto de L-teanina y cafeína, lo que se traduce en un efecto estimulante suave y sostenido, sin el nerviosismo que pueden provocar otras bebidas. La L-teanina, un aminoácido presente en la planta, promueve la relajación y la concentración, mejorando el estado de ánimo y la función cognitiva. Estas virtudes, sumadas a su bajo contenido en taninos que facilita la digestión, convierten a cada taza en una fuente de bienestar, un pequeño ritual sanador que conecta con la pureza de un entorno privilegiado, un rincón de España que cuida de nosotros.

UNA RELIQUIA AGRÍCOLA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XXI

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Visitar las plantaciones y la fábrica de té de Orotava es mucho más que una simple excursión turística; es una inmersión en la historia viva de la agricultura y la industria de nuestro país. El recorrido por los campos de cultivo, con el océano Atlántico como telón de fondo, ofrece una estampa de una belleza sobrecogedora. Poder caminar entre las hileras de plantas, respirar el aire puro y luego ver en funcionamiento las máquinas centenarias es una experiencia educativa y sensorial. Representa, una oportunidad única para comprender el valor de la perseverancia y la adaptación en un mundo globalizado, donde los productos artesanales y con historia son cada vez más apreciados. Toda España debería conocer este lugar.

Este enclave no es solo un vestigio del pasado, sino un modelo de sostenibilidad y resiliencia de cara al futuro. En una era marcada por la búsqueda de productos ecológicos y con identidad, el té de Tenerife se erige como un ejemplo a seguir. Demuestra que es posible mantener una explotación agrícola rentable y de altísima calidad respetando el medio ambiente y preservando un legado cultural. Es la prueba fehaciente, de que la diversidad de España reside también en estas asombrosas excepciones que rompen el molde, ofreciendo al mundo un producto que es, en sí mismo, una declaración de principios: la de que lo auténtico, lo cuidado y lo singular siempre prevalece.

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