miércoles, 23 julio 2025

El «estoy cansado, pero no puedo dormir» existe y se llama fatiga adrenal: Por qué la medicina ya la empieza a reconocer como un síndrome del siglo XXI

La fatiga es quizás el síntoma más universal de nuestro siglo, una queja constante que resuena en oficinas, hogares y conversaciones de café. Sin embargo, existe una variante de este agotamiento que resulta especialmente frustrante y paradójica: la sensación de estar completamente exhausto durante el día, pero ser incapaz de conciliar el sueño por la noche. Este fenómeno, que muchos despachan como una simple consecuencia del estrés, tiene un nombre que empieza a ganar reconocimiento en los círculos médicos: fatiga adrenal. Se trata de un estado de agotamiento profundo, una sensación de estar física y mentalmente vacío que no se alivia con el descanso convencional, sumiendo a quien la padece en un ciclo vicioso de cansancio e insomnio.

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Lejos de ser una invención o una moda pasajera, esta condición responde a una realidad fisiológica cada vez más estudiada. El estrés crónico, ese ruido de fondo incesante en la vida moderna, somete a nuestras glándulas suprarrenales a una presión desmedida, alterando la producción de cortisol, la hormona que regula nuestra respuesta a la tensión. El resultado es un descalabro en nuestro reloj biológico, una desregulación hormonal provocada por un ritmo de vida insostenible que nos deja sin energía cuando la necesitamos y nos activa cuando deberíamos descansar. Es el peaje que nos cobra una sociedad que nunca duerme, un síndrome del siglo XXI que la medicina empieza a tomarse muy en serio.

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EL CHIVATO SILENCIOSO: ¿QUÉ ES EXACTAMENTE LA FATIGA ADRENAL?

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El término «fatiga adrenal» describe un cuadro de síntomas provocados por un mal funcionamiento de las glándulas suprarrenales, dos pequeños órganos situados encima de los riñones cuya misión es, entre otras, gestionar la respuesta del cuerpo al estrés mediante la producción de hormonas como el cortisol y la adrenalina. Aunque no está reconocida como una enfermedad oficial por gran parte de la medicina convencional, a diferencia de patologías como la enfermedad de Addison, se define como un síndrome funcional. No hablamos de un fallo total de la glándula, sino de un estado en el que las glándulas suprarrenales, exhaustas por una sobrecarga continua, ya no responden adecuadamente a las demandas del día a día, provocando una profunda y persistente fatiga.

La controversia que rodea a este síndrome radica en su diagnóstico. Mientras que la medicina funcional y la naturopatía la identifican como una epidemia silenciosa, muchos endocrinólogos se muestran escépticos. Prefieren hablar de una «desregulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal», un término más técnico que, en esencia, describe el mismo problema: una mala comunicación entre el cerebro y las glándulas suprarrenales. El debate se centra en que, según la visión más ortodoxa, no hay evidencia científica sólida que respalde un agotamiento físico de la glándula como tal, sino más bien una alteración en los patrones de secreción hormonal como respuesta al estrés crónico.

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