Superar la Inspección Técnica de Vehículos es, para la mayoría de los conductores, un trámite periódico más, a veces molesto, pero necesario para circular con la tranquilidad de que todo está en orden y con la preciada pegatina adornando el parabrisas. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que el verdadero valor de esta revisión no reside únicamente en el resultado inmediato, sino en el rastro digital que deja en los registros de la Dirección General de Tráfico. Un simple suspenso, una ‘ITV desfavorable‘ que no se subsana correctamente, puede convertirse en una pesadilla burocrática, una marca invisible que emerge en el peor momento posible: cuando intentamos vender nuestro coche. Esta situación genera un bloqueo administrativo que frena en seco la operación, dejando a vendedor y comprador en un limbo inesperado y frustrante, todo por un fallo que quizás consideramos menor en su día.
La creencia popular de que una vez pasado el mal trago de la inspección, con sus defectos leves o graves, el problema queda zanjado hasta el año siguiente, es un error de bulto que puede costar muy caro. La realidad es que el sistema actual es mucho más riguroso y está interconectado, lo que significa que un resultado desfavorable no es una simple recomendación para visitar el taller. Es una orden directa con consecuencias legales y administrativas muy serias si se ignora, una anotación en el historial del vehículo que actúa como una cicatriz imborrable hasta que se demuestre su completa sanación, es decir, hasta que se superen las pruebas en una nueva visita a la estación. Este detalle, a menudo subestimado, es la clave de un problema que afecta a miles de transacciones de vehículos de segunda mano en España cada año.
3EL INTENTO DE VENTA FALLIDO: LA TRANSFERENCIA BLOQUEADA EN TRÁFICO
Imaginemos la escena, tan común en el mercado de segunda mano: un vendedor y un comprador llegan a un acuerdo. Se dan la mano, se intercambian las llaves y acuden a una gestoría o directamente a las oficinas de Tráfico para formalizar el cambio de nombre. El vendedor, quizás de buena fe, ha olvidado o restado importancia a aquella ITV desfavorable de hace meses, sobre todo si el coche funciona aparentemente bien. Presentan la documentación, el funcionario o gestor introduce los datos en el sistema y, de repente, salta la alerta: «El vehículo presenta una anotación de ITV desfavorable. Transferencia denegada». La sorpresa y la frustración se apoderan de la situación.
En ese momento, la operación se paraliza por completo. No hay negociación posible ni solución de urgencia. La ley es clara: un vehículo con una ITV desfavorable pendiente no puede ser transferido. El comprador, lógicamente, se sentirá engañado o, como mínimo, desconfiará profundamente, lo que en la mayoría de los casos provoca la anulación inmediata del acuerdo de compra, y el vendedor se encuentra con un problema mayúsculo. No solo no ha vendido el coche, sino que ahora es plenamente consciente de que tiene un vehículo «invendible» hasta que no resuelva la situación, lo que implica una inversión en tiempo y dinero que no había previsto. Es un verdadero quebradero de cabeza que podría haberse evitado.