Las tortitas de patata son ese clásico reconfortante que nunca falla. Perfectas como guarnición, plato principal o incluso como aperitivo, estas pequeñas delicias combinan sencillez con sabor. La clave para que salgan bien está en lograr ese equilibrio ideal entre el exterior dorado y crujiente, y un interior suave, jugoso y lleno de sabor. No es magia, es técnica, y con unos cuantos trucos caseros cualquiera puede dominarla.
Además, las tortitas de patata admiten muchas variaciones que pueden ser con cebolla, queso, hierbas aromáticas o incluso con un toque de ajo. Pero más allá de los añadidos, lo esencial es saber trabajar la patata desde el principio; el tipo que se elige, la forma de rallarla y, sobre todo, cómo eliminar el exceso de líquido. Si se sigue el proceso correcto, el resultado serán unas tortitas irresistibles, doradas al punto justo y con un corazón tierno que se deshace en la boca.
3El toque final y cómo servirlas
Las tortitas de patata están en su punto cuando crujen al primer bocado y se sienten suaves por dentro. Lo mejor es servirlas recién hechas, aunque también pueden mantenerse calientes en el horno a baja temperatura si se preparan con antelación. Acompañan bien cualquier plato; desde carnes a la plancha hasta huevos pochados o simplemente una ensalada fresca. También son perfectas con un poco de crema agria o una salsa de yogur y limón.
Si se busca una receta fácil, versátil y que conquiste a todos, no es necesario buscar más, las tortitas de patata son una opción segura. Con unos pocos ingredientes y algo de paciencia, es posible llevar a la mesa un plato que combina textura y sabor como pocos. Y lo mejor de todo es que es una receta que admite personalización, lo que la convierte en un básico que nunca cansa.
