El tradicional saludo en Oñati rompe con todas las convenciones sociales que conocemos en el resto de Europa, estableciendo un precedente único y fascinante. En esta localidad guipuzcoana del País Vasco, el ‘musukia’, un beso en los labios entre hombres, es mucho más que un simple gesto de cortesía; es un vestigio vivo de la historia que se remonta al siglo XVI. La práctica, lejos de ser un acto íntimo o romántico en el sentido moderno, representa la máxima expresión de confianza y hermandad entre amigos y conocidos, una costumbre que se ha transmitido de padres a hijos, conservando su esencia como un pacto de lealtad y fraternidad sellado con un beso.
Imaginar una escena así en cualquier otra plaza de España o del continente resultaría, como poco, chocante y probablemente malinterpretado. Sin embargo, en Oñati forma parte del ADN cultural de sus gentes, un pilar de su identidad colectiva que ha sobrevivido a siglos de cambios sociales, políticos y culturales. Esta singularidad nos obliga a preguntarnos qué tiene de especial esta tierra para haber forjado una tradición tan profundamente arraigada que desafía las nociones modernas de espacio personal, demostrando que las raíces culturales pueden ser más fuertes que las normas sociales contemporáneas. El misterio de su origen y pervivencia es, en sí mismo, un viaje apasionante a las profundidades del alma vasca.
3¿CUÁNDO Y CON QUIÉN? LAS REGLAS NO ESCRITAS DE ESTE PECULIAR SALUDO

Aunque pueda parecer un gesto espontáneo, el ‘musukia’ está regido por un estricto código social no escrito que todos los oñatiarras conocen y respetan. El uso de este saludo está reservado para círculos muy específicos de amigos varones y familiares con una relación muy estrecha, y nunca se utiliza con desconocidos o en contextos puramente formales de negocios. Es un gesto de la esfera privada que se traslada al espacio público, pero siempre entre pares que comparten una historia y una confianza consolidadas a lo largo de los años, una distinción sutil pero fundamental para entender su verdadera dimensión social.
Una de las ocasiones más emblemáticas donde este saludo cobra protagonismo es durante la procesión del Corpus Christi, una de las más antiguas y solemnes de España. En este acto, los dantzaris y participantes intercambian el ‘musukia’ como parte del ritual, un momento que encapsula perfectamente la unión de lo sagrado y lo profano, de la tradición y la comunidad. Es un saludo que no se prodiga a la ligera, sino que se reserva para momentos y personas que realmente lo merecen, lo que aumenta aún más su valor y su carga emocional para los implicados.