Superar la ITV con éxito es el objetivo primordial de cualquier conductor cuando se acerca la fecha de la inspección, un trámite que a menudo se percibe como el veredicto final sobre el estado de nuestro vehículo. Sin embargo, obtener la pegatina de «apto» no siempre es un cheque en blanco para circular con total tranquilidad, ya que existen ciertos elementos, como las escobillas del limpiaparabrisas, que pueden pasar la prueba con un «defecto leve» pero que, a ojos de un agente de la autoridad, representan un riesgo grave para la seguridad vial y, por tanto, un motivo más que justificado para una sanción económica. Es una de esas paradojas del sistema que conviene conocer a fondo para evitar sorpresas desagradables.
Esta aparente contradicción genera una falsa sensación de seguridad en muchos usuarios, quienes dan por sentado que si el coche ha sido validado en la estación de inspección, está en perfectas condiciones para circular sin temor a multas. La realidad es bien distinta y mucho más compleja, pues la normativa de Tráfico y la de la propia ITV operan en planos diferentes pero complementarios. Lo que para un inspector es una deficiencia menor que no impide la circulación, para un agente en plena carretera durante un aguacero puede ser la causa de una visibilidad peligrosamente reducida, una distinción sutil pero fundamental que pone el foco en la seguridad activa y en la responsabilidad última del conductor de mantener su vehículo en un estado óptimo en todo momento, más allá de cumplir con una revisión periódica obligatoria.
1EL DILEMA DEL ‘APTO’: CUANDO SUPERAR LA INSPECCIÓN NO ES SUFICIENTE
Obtener un resultado de «apto con defectos leves» en el informe de la ITV es una situación extremadamente común que la mayoría de los conductores recibe con alivio. Significa que el vehículo puede seguir circulando legalmente hasta la siguiente inspección sin necesidad de volver a pasar por la estación para una segunda verificación. Este resultado nos permite llevarnos el coche a casa con la pegatina en el parabrisas, pero con la obligación legal de subsanar esas deficiencias lo antes posible, un matiz que a menudo se olvida o se pospone indefinidamente. El problema radica en que uno de esos defectos, como unas escobillas que empiezan a mostrar signos de desgaste, no se percibe como un peligro inminente, sino como una tarea pendiente sin fecha límite.
La calificación de «defecto leve» en el manual de procedimiento de la ITV se aplica a aquellas deficiencias que no tienen un efecto significativo en la seguridad del vehículo, en las emisiones contaminantes o no suponen un riesgo para los demás usuarios de la vía. Bajo esta premisa, unas escobillas que dejan alguna pequeña franja sin limpiar o que hacen un ligero ruido pueden pasar el filtro, ya que se considera que su función principal, aunque no perfecta, se sigue cumpliendo. El inspector anota el fallo, pero la decisión final sobre si ese defecto compromete la seguridad en una situación real y adversa no le corresponde a él, sino al conductor y, en última instancia, al agente que vigila el tráfico en la carretera.