Superar la ITV con éxito es el objetivo primordial de cualquier conductor cuando se acerca la fecha de la inspección, un trámite que a menudo se percibe como el veredicto final sobre el estado de nuestro vehículo. Sin embargo, obtener la pegatina de «apto» no siempre es un cheque en blanco para circular con total tranquilidad, ya que existen ciertos elementos, como las escobillas del limpiaparabrisas, que pueden pasar la prueba con un «defecto leve» pero que, a ojos de un agente de la autoridad, representan un riesgo grave para la seguridad vial y, por tanto, un motivo más que justificado para una sanción económica. Es una de esas paradojas del sistema que conviene conocer a fondo para evitar sorpresas desagradables.
Esta aparente contradicción genera una falsa sensación de seguridad en muchos usuarios, quienes dan por sentado que si el coche ha sido validado en la estación de inspección, está en perfectas condiciones para circular sin temor a multas. La realidad es bien distinta y mucho más compleja, pues la normativa de Tráfico y la de la propia ITV operan en planos diferentes pero complementarios. Lo que para un inspector es una deficiencia menor que no impide la circulación, para un agente en plena carretera durante un aguacero puede ser la causa de una visibilidad peligrosamente reducida, una distinción sutil pero fundamental que pone el foco en la seguridad activa y en la responsabilidad última del conductor de mantener su vehículo en un estado óptimo en todo momento, más allá de cumplir con una revisión periódica obligatoria.
5MANTENIMIENTO PREVENTIVO: EL GESTO QUE TE AHORRA DINERO Y SUSTOS
Afortunadamente, evitar esta multa y, lo que es más importante, garantizar una visibilidad perfecta, es una tarea sencilla y económica. Un mantenimiento básico consiste en limpiar la goma de las escobillas de forma periódica con un paño húmedo o con una solución de agua y un poco de alcohol. Este simple gesto elimina el polvo y los pequeños residuos que se acumulan y que no solo empeoran la limpieza, sino que pueden llegar a rayar el parabrisas. Además, es fundamental revisar que la estructura metálica o plástica de la escobilla no esté deformada y que presione de manera uniforme contra el cristal, un chequeo que apenas lleva unos segundos y que puede anticipar un fallo.
Los expertos recomiendan sustituir las escobillas del limpiaparabrisas al menos una vez al año, preferiblemente después del verano, para afrontar el otoño y el invierno con la goma en su estado óptimo. El coste de un juego de escobillas de calidad es insignificante si se compara con los 200 euros de una posible multa o, peor aún, con las consecuencias de un accidente por falta de visibilidad. Invertir en este componente no es un gasto, sino una de las mejores pólizas de seguro que podemos contratar para nuestra seguridad al volante, asegurándonos además de que un detalle tan pequeño no nos cause un gran disgusto ni en la carretera ni en la próxima cita con la ITV.