La comodidad de conectarse a una red WiFi gratuita mientras se realiza la compra semanal en el supermercado se ha convertido en una costumbre para miles de españoles, una forma sencilla de revisar mensajes o consultar recetas sin gastar datos móviles. Sin embargo, esta acción aparentemente trivial esconde un peligro cada vez más extendido y sofisticado. Los ciberdelincuentes han perfeccionado una técnica para interceptar nuestras comunicaciones y robar información sensible, como contraseñas bancarias o de redes sociales, justo delante de nuestras narices y sin que salte ninguna alarma visible en nuestros dispositivos, transformando esa conveniencia en una vulnerabilidad crítica para nuestra seguridad digital.
El principal atractivo de estas redes es su aparente gratuidad, un cebo irresistible para quienes buscan ahorrar datos móviles mientras hacen la compra. Sin embargo, lo que parece una ventaja inofensiva puede convertirse en la puerta de entrada para ciberdelincuentes experimentados, que aprovechan la confianza del usuario para desplegar sus trampas con una eficacia alarmante y sin levantar sospechas. El método es tan sutil que la víctima rara vez se da cuenta del ataque hasta que es demasiado tarde, cuando descubre cargos extraños en su cuenta o que sus perfiles en línea han sido secuestrados, demostrando la fragilidad de nuestra privacidad en entornos públicos.
3EL BOTÍN INVISIBLE: MÁS ALLÁ DE LA CONTRASEÑA DEL CORREO
El robo de una contraseña es solo la punta del iceberg en un ataque de estas características. Al estar posicionado como un intermediario entre tu dispositivo y el resto de internet, el ciberdelincuente puede monitorizar toda la información que no viaje cifrada. Esto significa que cualquier web que visites bajo el protocolo HTTP, en lugar del seguro HTTPS, expone todos los datos que intercambias, desde formularios que rellenas hasta mensajes que envías, convirtiendo tu sesión de navegación en un libro abierto para el atacante. Este tipo de vulnerabilidad en una red WiFi pública es extremadamente peligrosa.
Las consecuencias de este espionaje digital van mucho más allá de un acceso no autorizado a una cuenta. La información recopilada puede ser utilizada para perpetrar fraudes financieros, realizar compras en tu nombre o suplantar tu identidad de manera completa. Además, los datos robados a menudo se empaquetan y se venden en los mercados de la web oscura, donde otros delincuentes pueden comprarlos para llevar a cabo ataques más dirigidos. El valor de tu información personal es un activo muy cotizado en la economía sumergida de la ciberdelincuencia, alimentada por el uso descuidado de redes WiFi.