viernes, 25 julio 2025

Sale a la luz que significa el ‘Código A-113’ que se repite en todas las películas de Pixar

El Código A-113 es el mayor huevo de Pascua de la historia del cine, una sigilosa firma que se ha colado en prácticamente todas las películas de Pixar y en muchas otras producciones de animación y acción real durante décadas. Lo hemos visto cientos de veces sin ser conscientes de su verdadero significado, oculto a plena vista en matrículas, puertas, cajas o etiquetas. Para la mayoría, una simple secuencia alfanumérica sin aparente importancia, pero para un grupo de los creadores más influyentes de Hollywood, es un guiño secreto, un homenaje a sus orígenes y a la sala donde todo comenzó.

Publicidad

Durante años, los foros de internet se llenaron de teorías sobre este misterioso código. Algunos especulaban que era una referencia técnica, un guiño a una fórmula matemática o incluso un mensaje oculto con un significado conspiranoico. La realidad, sin embargo, es mucho más emotiva y personal. Detrás de esta combinación de letras y números no hay un enigma indescifrable, sino un tributo a una modesta aula de un instituto de arte en California. Es, la historia de un pacto no escrito entre una generación de genios que prometieron no olvidar nunca el lugar donde aprendieron a soñar y, sobre todo, a la persona que les enseñó a hacerlo.

EL MISTERIO QUE SE COLÓ EN TU INFANCIA SIN QUE TE DIERAS CUENTA

YouTube video

Si uno presta atención, el Código A-113 aparece por todas partes, como un fantasma amistoso que recorre el universo Pixar. Está en la matrícula del monovolumen de la madre de Andy en Toy Story, la referencia de la cámara subacuática que utiliza el buzo en Buscando a Nemo, el número del juzgado en Up o el código de un tren en Cars. La lista es prácticamente interminable y se extiende a películas como Ratatouille, Wall-E, Bichos o Monstruos S.A., siempre integrado de forma sutil en el decorado, esperando a ser descubierto por el ojo más avispado.

Su omnipresencia constante lo convirtió en un objeto de culto para los cinéfilos más detallistas, que se dedicaron a cazar cada una de sus apariciones. La repetición sistemática dejaba claro que no se trataba de una casualidad, sino de una decisión deliberada y coordinada por los creadores. Este misterioso Código A-113 se convirtió en el gran secreto de la factoría de animación, un enigma que alimentaba la leyenda de una compañía que siempre ha cuidado al máximo cada detalle de sus producciones, sembrando sus películas de guiños y secretos para deleite de sus seguidores.

LA CLAVE DEL SECRETO: UNA PUERTA, UN AULA Y UNA GENERACIÓN DE GENIOS

La solución al enigma es tan sencilla como fascinante. A-113 es, simplemente, el número del aula del California Institute of the Arts (CalArts) donde se impartía la asignatura de primer año de Diseño Gráfico y Animación de Personajes. Esta sala fue el crisol donde se forjó una de las generaciones más brillantes de la historia de la animación, un grupo de jóvenes estudiantes que años más tarde cambiarían para siempre la industria del cine. John Lasseter, Brad Bird, Tim Burton o Andrew Stanton son solo algunos de los nombres que pasaron por esa clase. El famoso Código A-113 es su forma de homenajear ese espacio común.

CalArts, una universidad fundada en los años 60 con el impulso del propio Walt Disney, fue concebida como una incubadora de talento artístico multidisciplinar. El aula A-113, en particular, se convirtió en el epicentro del programa de animación, un laboratorio de ideas y técnicas donde estos futuros directores y animadores pasaron incontables horas aprendiendo los fundamentos del oficio. Para ellos, ese número representa mucho más que una simple localización física; simboliza el punto de partida de sus carreras, el lugar donde sus sueños empezaron a tomar forma y donde establecieron lazos que perdurarían para siempre.

MÁS QUE UN NÚMERO: EL PACTO SECRETO DE UNA FRATERNIDAD CREATIVA

YouTube video

El uso recurrente del Código A-113 no es solo un homenaje al lugar, sino también un tributo a la amistad y la camaradería que se forjó entre aquellos muros. Para esa generación de artistas, incluirlo en sus películas es una especie de saludo secreto, una forma de reconocerse entre ellos a través de sus obras y de mantener vivo el espíritu de aquellos años. Es un guiño cómplice que dice «nosotros también estuvimos allí», un nexo de unión que conecta películas y estudios aparentemente distintos, pero que comparten un origen común. Representa una conexión que no se ha roto con el paso del tiempo.

Publicidad

Esta tradición, iniciada por Brad Bird en sus primeros trabajos, fue adoptada rápidamente por el resto de sus compañeros de CalArts, convirtiéndose en una especie de «firma de la casa» no oficial. El Código A-113 funciona como un amuleto de la suerte, un recordatorio constante de que, a pesar del éxito y la fama, todos provienen del mismo lugar humilde: un aula donde aprendieron a dibujar y a contar historias. Por eso, es la prueba de que el éxito no les hizo olvidar sus raíces, un símbolo de lealtad a su pasado y a las personas que compartieron con ellos esa etapa de formación crucial.

EL MAESTRO ESPAÑOL OLVIDADO: LA FIGURA CLAVE DETRÁS DEL CÓDIGO A-113

Lo que muchos desconocen es que una figura clave en la historia del aula A-113, y por tanto del famoso código, fue un español. El maestro que impartía clases en esa sala y que moldeó a toda esa generación de genios fue José Luis «Lois» de la Peña, un animador y artista gallego que había trabajado para Disney en clásicos como La bella durmiente o 101 dálmatas. Lois, como era conocido, fue una figura fundamental en CalArts, un mentor exigente y apasionado que dejó una huella imborrable en sus alumnos. El Código A-113 es, en gran medida, un homenaje a su magisterio.

Lois de la Peña era conocido por su rigor y su profundo conocimiento de los principios de la animación. Fue él quien enseñó a Lasseter, Bird y compañía los secretos del movimiento, el peso y la expresividad de los personajes. Sus lecciones fueron la base sobre la que estos artistas construyeron sus exitosas carreras. Aunque su nombre no es tan conocido para el gran público, su influencia en la creación del estilo Pixar es absolutamente innegable, y el código es un recordatorio perpetuo de la deuda que la animación moderna tiene con este maestro español. La historia de este código no se entiende sin su figura.

DE PIXAR AL INFINITO: LA HUELLA DEL CÓDIGO A-113 MÁS ALLÁ DE TOY STORY

YouTube video

La tradición del Código A-113 trascendió rápidamente los muros de Pixar. A medida que los alumnos de aquella mítica clase se dispersaban por la industria, llevaron el guiño con ellos. Brad Bird, uno de sus impulsores, lo incluyó en episodios de Los Simpson que dirigió, en su obra maestra El gigante de hierro e incluso en películas de acción real como Misión Imposible: Protocolo Fantasma. Esto demuestra que el homenaje no se limita a la animación, sino que es un símbolo de identidad para toda una generación de cineastas.

Hoy en día, buscar el Código A-113 se ha convertido en un pasatiempo para los aficionados al cine de todo el mundo, un juego que añade una capa extra de disfrute al visionado de estas películas. Saber su origen y su significado transforma la experiencia, convirtiendo una simple curiosidad en un emotivo reconocimiento a la importancia de la formación, la amistad y el legado de los maestros. La próxima vez que vayas al cine, mantén los ojos bien abiertos, porque ese pequeño código es una puerta a una de las historias más bonitas de Hollywood, un recordatorio de que las grandes obras a menudo nacen en los lugares más inesperados.

Publicidad
Publicidad