La factura de la luz esconde, en su aparente complejidad, un detalle que a menudo pasa desapercibido para la mayoría de los hogares españoles, un pequeño desajuste que, sin embargo, puede suponer una sangría económica de más de cien euros al año. Nos referimos a la potencia contratada, ese término fijo que pagamos religiosamente mes a mes, independientemente de nuestro consumo. Un concepto que, por desconocimiento o simple inercia, solemos mantener inalterado durante años, sin ser conscientes de que podría estar completamente desfasado respecto a nuestras necesidades reales. Adecuar esta cifra no es una tarea hercúlea, sino un gesto sencillo que puede aliviar considerablemente la carga económica mensual.
El problema reside en una verdad incómoda, la mayoría de los consumidores tienen contratada más potencia de la que realmente utilizan. Esta situación, lejos de ser una anécdota, es una constante que engorda las arcas de las compañías eléctricas a costa de nuestro bolsillo. Imagina pagar cada mes por un servicio sobredimensionado, una especie de tarifa plana por una autopista de diez carriles cuando solo necesitas uno para tu utilitario. La clave está en analizar con detenimiento nuestros hábitos de consumo y entender que un ajuste a la baja no solo es posible, sino que es una de las estrategias más eficaces para optimizar nuestros gastos energéticos sin sacrificar nuestro confort diario.
3EL PROCESO PARA AJUSTAR TU POTENCIA: UNA GUÍA SIN DOLOR DE CABEZA
Una vez has determinado que necesitas modificar tu potencia contratada, el procedimiento es relativamente simple. El primer paso es contactar con tu compañía comercializadora, ya sea por teléfono o a través de su plataforma online. Deberás tener a mano tus datos personales, el DNI del titular del contrato y, preferiblemente, una factura reciente para facilitar el número CUPS (Código Universal del Punto de Suministro). Es importante recordar que la ley permite un único cambio de potencia al año, por lo que la decisión debe ser meditada para no quedarnos cortos.
El cambio no es gratuito, pero su coste se amortiza rápidamente con el ahorro obtenido. Bajar la potencia tiene un coste fijo en concepto de derechos de enganche, que ronda los 9 euros. Subirla es más caro, ya que implica pagar derechos de acceso y de extensión por cada kilovatio que se aumente. Una vez solicitada la modificación, la distribuidora enviará un técnico o realizará el cambio de forma telemática en un plazo que suele oscilar entre 15 y 20 días. A partir de ese momento, tu factura reflejará el nuevo término de potencia y comenzarás a notar el ahorro.