sábado, 26 julio 2025

El sacrilegio científico que mejora la paella: añadir bicarbonato al caldo para un ‘socarrat’ infalible

La paella es mucho más que un plato; es un ritual social, un pilar de la gastronomía española y un campo de batalla para los puristas. Cada maestrillo tiene su librillo, pero todos persiguen el mismo Grial: el socarrat perfecto. Ahora, la ciencia irrumpe en este sagrado territorio con una propuesta que suena a herejía, una técnica que promete un resultado infalible para esa anhelada capa crujiente, desafiando décadas de tradición con un simple polvo blanco que todos tenemos en la cocina. Es un truco que roza el sacrilegio pero que tiene una base científica irrefutable.

Publicidad

El secreto para dominar la paella podría no estar en el control milimétrico del fuego ni en la sabiduría ancestral de la abuela, sino en la química más básica. Añadir una pizca de bicarbonato sódico al caldo es la clave que proponen algunos expertos culinarios para acelerar la famosa reacción de Maillard, el proceso responsable de esos sabores tostados y ese color dorado que hacen del socarrat el bocado más codiciado. La idea puede hacer que los valencianos más ortodoxos se lleven las manos a la cabeza, pero promete transformar la frustración de un arroz pegajoso en el éxito de un fondo caramelizado.

2
LA QUÍMICA DE LA COCINA: ENTRA EN ESCENA EL BICARBONATO

Fuente Pexels

El bicarbonato sódico es un viejo conocido de nuestras cocinas, un humilde polvo blanco que usamos para que los bizcochos suban o para aliviar la acidez de estómago. Su presencia en la receta de una paella suena tan extraña como añadirle chorizo, un sacrilegio para los guardianes de la ortodoxia. Sin embargo, su papel aquí no tiene nada que ver con el sabor ni con la fermentación, su función es puramente química, un catalizador secreto que modifica el entorno de cocción del arroz. Se trata de aplicar la ciencia para garantizar un resultado que tradicionalmente se dejaba en manos de la intuición.

Lo que hace el bicarbonato es muy simple: aumenta el pH del caldo, volviéndolo más alcalino. El agua normal tiene un pH neutro de alrededor de 7, pero una pequeña cantidad de este compuesto puede elevarlo a 8 o 9. Este cambio, aunque sutil e imperceptible al paladar si se usa en la dosis correcta, crea las condiciones ideales para que se produzca la magia del dorado. Esta simple alteración del pH es la llave que abre la puerta a una caramelización más rápida y eficiente, el secreto para una paella memorable.

Publicidad
Publicidad