sábado, 26 julio 2025

La ‘paradoja del protector solar’: por qué aplicártelo podría aumentar tu riesgo de deficiencias graves

El uso del protector solar se ha instalado en nuestras vidas como un gesto de salud casi tan fundamental como lavarse los dientes, una barrera indispensable frente al daño cutáneo y el cáncer de piel. Sin embargo, esta coraza fotoquímica, que aplicamos con diligencia antes de salir de casa, podría estar levantando un muro invisible ante un nutriente vital para nuestro organismo. Nos enfrentamos a una encrucijada sanitaria donde la solución a un problema grave, una herramienta indispensable en la lucha contra el cáncer de piel, podría estar generando una carencia silenciosa con repercusiones que apenas comenzamos a comprender en toda su magnitud, dando lugar a la denominada ‘paradoja del protector solar’.

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Esta situación plantea un dilema moderno y complejo que afecta a millones de personas, especialmente en países soleados como España, donde la confianza en la fotoprotección es máxima. La ironía es palpable: mientras nos protegemos con celo de la radiación ultravioleta, podríamos estar privando a nuestro cuerpo del estímulo necesario para producir vitamina D. La vitamina D, un nutriente esencial para la absorción del calcio y el buen funcionamiento del sistema inmunitario, es la protagonista de un déficit que se extiende como una epidemia silenciosa, convirtiendo nuestras mejores intenciones en una posible fuente de vulnerabilidad para nuestros huesos y defensas.

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VITAMINA D: LA GRAN OLVIDADA BAJO EL SOL

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Conocida popularmente como la «vitamina del sol», la vitamina D tiene una particularidad que la distingue de la mayoría de los nutrientes: nuestro cuerpo la produce de forma endógena. No es tanto una vitamina como una prohormona, una prohormona que el cuerpo sintetiza principalmente gracias a la exposición solar, y no tanto a través de la dieta, donde se encuentra en cantidades limitadas en alimentos como el pescado azul o los lácteos enriquecidos. Su papel es sistémico, interviniendo en la correcta absorción del calcio y el fósforo, lo que la hace indispensable para mantener una estructura ósea fuerte y saludable a lo largo de toda la vida.

Resulta asombroso que en un país como España, con un clima privilegiado, las tasas de insuficiencia de vitamina D sean alarmantemente altas, afectando a un porcentaje significativo de la población de todas las edades. La vida moderna, con largas jornadas en interiores y el uso generalizado y necesario de protector solar, limita drásticamente la capacidad de nuestro cuerpo para fabricarla. Se da así, una situación paradójica en un país con más de 2.500 horas de sol al año, evidencia que el estilo de vida moderno juega un papel crucial en este déficit generalizado y que la simple presencia del sol no garantiza unos niveles óptimos de este nutriente.

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