domingo, 27 julio 2025

La ‘paradoja del protector solar’: por qué aplicártelo podría aumentar tu riesgo de deficiencias graves

El uso del protector solar se ha instalado en nuestras vidas como un gesto de salud casi tan fundamental como lavarse los dientes, una barrera indispensable frente al daño cutáneo y el cáncer de piel. Sin embargo, esta coraza fotoquímica, que aplicamos con diligencia antes de salir de casa, podría estar levantando un muro invisible ante un nutriente vital para nuestro organismo. Nos enfrentamos a una encrucijada sanitaria donde la solución a un problema grave, una herramienta indispensable en la lucha contra el cáncer de piel, podría estar generando una carencia silenciosa con repercusiones que apenas comenzamos a comprender en toda su magnitud, dando lugar a la denominada ‘paradoja del protector solar’.

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Esta situación plantea un dilema moderno y complejo que afecta a millones de personas, especialmente en países soleados como España, donde la confianza en la fotoprotección es máxima. La ironía es palpable: mientras nos protegemos con celo de la radiación ultravioleta, podríamos estar privando a nuestro cuerpo del estímulo necesario para producir vitamina D. La vitamina D, un nutriente esencial para la absorción del calcio y el buen funcionamiento del sistema inmunitario, es la protagonista de un déficit que se extiende como una epidemia silenciosa, convirtiendo nuestras mejores intenciones en una posible fuente de vulnerabilidad para nuestros huesos y defensas.

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LAS SOMBRAS DE LA CARENCIA: HUESOS FRÁGILES Y DEFENSAS BAJAS

Fuente: Freepik

Las consecuencias de un déficit prolongado de vitamina D son serias y van mucho más allá de una simple analítica alterada. A nivel óseo, la falta de este nutriente impide que el calcio se fije correctamente, lo que en niños puede causar raquitismo y en adultos, osteomalacia, una condición que debilita los huesos y provoca dolor. En la población de edad avanzada, esta carencia es un factor de riesgo directo para la osteoporosis, un riesgo elevado de desarrollar osteoporosis y sufrir fracturas con mayor facilidad, ya que el calcio no puede fijarse correctamente en el esqueleto. La cadera, la muñeca y las vértebras se convierten en puntos extremadamente vulnerables.

Pero el esqueleto no es el único afectado. La evidencia científica acumulada en los últimos años ha demostrado que la vitamina D juega un papel modulador crucial en el sistema inmunitario. Unos niveles bajos se asocian a una respuesta defensiva menos eficaz, lo que nos hace más propensos a contraer infecciones. Además, su déficit se ha relacionado con una mayor vulnerabilidad a las infecciones respiratorias y a ciertos trastornos anímicos, demostrando su rol sistémico en el organismo. La fatiga crónica y la debilidad muscular son otros de los síntomas difusos que pueden alertar de una posible insuficiencia, impactando directamente en la calidad de vida. El uso constante de protector solar, sin una alternativa para la síntesis, nos pone en riesgo.

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