domingo, 27 julio 2025

La razón oculta por la que los bares ponen tapas gratis en Andalucía

Las tapas gratis en Andalucía son mucho más que una simple cortesía o un reclamo turístico para atraer a los sedientos viajeros. Representan un pilar fundamental de la cultura del sur, un ritual social que acompaña a la caña o al vino y que transforma el simple acto de beber en una experiencia gastronómica completa. Esta costumbre, tan arraigada que parece haber existido desde siempre, esconde un origen sorprendente y mucho más pragmático de lo que las leyendas populares nos han contado. No se trata solo de generosidad, sino de una herencia directa de una época convulsa que buscaba, por encima de todo, mantener el orden en las calles y en las tabernas de una España que se recuperaba de sus heridas.

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La imagen de una barra repleta de pequeñas delicias culinarias que se ofrecen sin coste con cada consumición es una estampa que define a ciertas provincias andaluzas y que muchos dan por sentada. Sin embargo, detrás de esta generosidad hostelera se oculta una historia fascinante que va más allá de la competencia entre bares o de las viejas anécdotas sobre reyes sabios que tapaban sus copas con una loncha de jamón. Existe una razón oculta, casi olvidada por el paso del tiempo, una razón que se hunde en las brumas de la historia reciente de nuestro país y que vincula directamente la costumbre de las tapas gratis con la necesidad de controlar los efectos del alcohol en la población.

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LA NORMA OLVIDADA: EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE LAS BODEGAS

Fuente: Freepik

Nos situamos en la España de la posguerra, concretamente en el año 1941. El país intentaba levantarse de sus cenizas en un contexto de autarquía, escasez y una moralidad estrictamente vigilada. El alcohol, a menudo barato y de mala calidad, era una vía de escape para una parte de la población, pero también una fuente constante de problemas de orden público. Fue en este escenario donde, según crónicas y la memoria hostelera transmitida de padres a hijos, surgió una disposición o bando municipal, especialmente fuerte en ciertas zonas de Andalucía, que obligaba a los taberneros a servir un acompañamiento sólido con cada bebida alcohólica. Esta medida no era un acto de generosidad, sino un intento de las autoridades de la época por moderar el consumo de alcohol en una población castigada y con pocas alternativas de ocio. El concepto de las tapas gratis no nacía, por tanto, como un regalo.

El razonamiento detrás de esta norma no escrita era puramente fisiológico y práctico. Al consumir alimentos junto con el alcohol, la absorción de este en el torrente sanguíneo se ralentiza considerablemente, atenuando sus efectos y retrasando la aparición de la embriaguez. Las autoridades no pretendían fomentar la gastronomía local, sino prevenir las peleas, los escándalos y el absentismo laboral que se derivaban de un consumo rápido y excesivo de vino o aguardiente con el estómago vacío. Se trataba, en esencia, de una ley seca encubierta, una medida que buscaba evitar las borracheras fulminantes y los altercados derivados de ellas y que, con el tiempo, se convertiría en una de las señas de identidad más celebradas de la cultura andaluza y un pilar de su oferta de tapas gratis.

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