domingo, 27 julio 2025

El secreto mejor guardado de la abuela para unas patatas a la pastora irresistibles

Las patatas a la pastora son uno de esos platos que evocan cocina de pueblo, de cuchara, de hogar. Con su sabor potente, su textura jugosa y esa mezcla de ingredientes humildes pero bien combinados, es imposible no asociarlas con los almuerzos familiares de toda la vida. Esta receta tradicional, muy popular en zonas rurales de España, ha ido pasando de generación en generación, pero pocas veces se revela el pequeño detalle que las convierte en un auténtico manjar.

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Detrás de unas buenas patatas a la pastora siempre hay una abuela que sabe exactamente cuándo remover, cuánto dejar cocer y qué toque añadir para que el plato conquiste. Aunque existen muchas versiones, todas tienen un común denominador, y es el cariño con el que se cocinan. Hoy, ese cariño viene acompañado de un secreto muy bien guardado, un paso sencillo pero decisivo que puede marcar la diferencia entre un plato más y uno que no se olvida.

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Paso a paso para unas patatas a la pastora perfectas

Fuente: Freepik

Para empezar, se pelan y cortan las patatas en rodajas gruesas, como para tortilla, y se reservan en agua. En una cazuela grande, se sofríe la cebolla picada con los pimientos en tiras y los ajos laminados hasta que todo esté bien pochado. Se añade el tomate y se deja reducir a fuego lento. Luego se incorpora el pimentón con cuidado de que no se queme, y se mezclan las patatas escurridas.

Se cubre todo con agua caliente y se deja cocer a fuego medio hasta que las patatas estén tiernas y el caldo haya espesado ligeramente. Justo antes de apagar el fuego, se añade el toque secreto: un chorrito de vinagre y una pizca de comino o tomillo. Después, se cascan uno o dos huevos encima del guiso, se tapa y se deja que cuajen con el calor residual. El resultado es una explosión de sabor que huele a campo y tradición.

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