martes, 29 julio 2025

La ‘trampa del arcén amigo’: por qué apartarte para facilitar un adelantamiento te puede costar la multa a ti

La maniobra que podría acarrear una inesperada multa es una de las más comunes y, paradójicamente, una de las peor entendidas en las carreteras secundarias españolas: ese gesto de apartarse al arcén para facilitar que un vehículo más rápido nos adelante. Es un acto que la mayoría de conductores considera una muestra de cortesía, de civismo al volante, una especie de código no escrito para agilizar el tráfico en vías de un solo carril por sentido. Sin embargo, esta costumbre tan arraigada es una peligrosa trampa en la que el conductor bienintencionado se convierte, a ojos de la ley, en el único infractor, una realidad que choca de frente con la lógica popular y que puede terminar con una sanción económica y la perplejidad de quien solo pretendía ayudar.

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Este malentendido generalizado pone de manifiesto el profundo desconocimiento de ciertos artículos clave del Reglamento General de Circulación. La sorpresa es mayúscula cuando el conductor que se ha apartado recibe una notificación en su domicilio, ya que la creencia popular asume que, en todo caso, la responsabilidad recaería sobre quien adelanta. Pero la normativa es tajante y no deja lugar a interpretaciones. Desmontar esta falsa creencia no es solo una cuestión de evitar una multa innecesaria, sino que es un asunto fundamental de seguridad vial que implica comprender por qué una acción aparentemente solidaria, está catalogada como una infracción grave que pone en riesgo a todos los usuarios de la vía.

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MÁS ALLÁ DEL DINERO: EL PELIGRO REAL DE LA ‘TRAMPA DEL ARCÉN AMIGO’

Fuente Pexels

Aunque el temor a una sanción económica es un poderoso disuasivo, el verdadero motivo para desterrar esta costumbre es el enorme peligro que entraña. El arcén no es una superficie preparada para la circulación a velocidades normales. Con frecuencia, acumula suciedad, grava, restos de neumáticos, cristales u objetos desprendidos de otros vehículos. Un simple pisotón al arcén puede provocar un pinchazo, la pérdida de adherencia de una rueda o un reventón, lo que fácilmente puede desencadenar una pérdida de control del vehículo y un accidente grave. El riesgo de que nuestra falsa cortesía acabe en una salida de vía o una colisión es demasiado alto.

Además, el peligro no es solo para nosotros. Como se ha apuntado, el arcén es la vía de escape y el carril de circulación de los usuarios más vulnerables. Un ciclista, un grupo de peatones en una zona no habilitada o un vehículo averiado pueden aparecer de repente, y la invasión de ese espacio, aunque sea por unos segundos, puede tener consecuencias fatales. La mejor solidaridad al volante es la previsibilidad y el cumplimiento estricto de las normas. Ser un «conductor amigo» no es saltarse las reglas para agradar, sino garantizar la seguridad de todos circulando de la manera más segura y correcta posible, porque la peor multa, la que no tiene solución, es la que se paga con un accidente.

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