martes, 29 julio 2025

El ‘efecto túnel’ de tu GPS: cómo mirar el navegador legalmente te puede costar 200€ y 6 puntos

La omnipresencia del GPS en nuestros vehículos ha transformado la conducción en una experiencia radicalmente distinta a la de hace apenas un par de décadas, convirtiendo el callejero en una reliquia y el copiloto humano en una figura prescindible para la orientación. Este dispositivo se ha erigido como un aliado indispensable que nos guía por rutas desconocidas, nos alerta de incidencias y optimiza nuestros trayectos. Sin embargo, esta comodidad esconde una paradoja peligrosa y, sobre todo, costosa. La confianza ciega en esa pantalla luminosa puede desembocar en una de las sanciones más severas del código de circulación, una multa que llega sin necesidad de tocar un solo botón.

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El verdadero conflicto no reside en la tecnología en sí, sino en la sutil frontera que separa un uso responsable de una distracción mortal. La normativa de tráfico española es cristalina en su prohibición de manipular dispositivos mientras se conduce, pero se vuelve peligrosamente ambigua en lo que respecta a la simple consulta visual. Es en este terreno pantanoso, donde la interpretación subjetiva de un agente de la autoridad tiene la última palabra, donde un conductor puede pasar de seguir una indicación a enfrentarse a una sanción económica y a una sangría de puntos en su carné. La pregunta que flota en el aire de cada habitáculo es evidente y preocupante: ¿cuánto tiempo es demasiado tiempo mirando la pantalla?

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MÁS ALLÁ DEL GPS: LA DISTRACCIÓN COMO LA NUEVA PANDEMIA VIAL

Fuente: Freepik

El debate sobre la consulta del GPS es, en realidad, la punta del iceberg de un problema mucho mayor: la creciente epidemia de distracciones en el coche conectado del siglo XXI. Los vehículos modernos están equipados con sofisticados sistemas de infoentretenimiento, pantallas táctiles que controlan desde la climatización hasta la música, y la integración con relojes inteligentes y otros dispositivos personales. Cada una de estas funciones, aunque diseñada para mejorar el confort, representa una nueva fuente de potencial distracción que compite por la atención del conductor. La lucha contra el desvío de la mirada, no es una campaña contra un dispositivo concreto, sino una batalla por preservar la esencia de la conducción segura en un entorno tecnológico cada vez más complejo.

En última instancia, la responsabilidad recae por completo en la persona que se sienta al volante. La tecnología, incluido el valioso GPS, es una herramienta, y su uso seguro o peligroso depende exclusivamente del juicio y la disciplina del conductor. La ley no busca prohibir el progreso, sino mitigar sus riesgos asociados, recordándonos que la tarea principal al conducir es, simple y llanamente, conducir. El «efecto túnel» es un recordatorio neurológico de nuestras limitaciones humanas, y la multa de 200 euros y 6 puntos es el recordatorio legal de las consecuencias de ignorarlas. Equilibrar las ventajas de la navegación moderna con la atención inquebrantable que exige la carretera es el gran reto para la seguridad vial en nuestros días.

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