La ‘multa en diferido’ se ha convertido en la nueva pesadilla para miles de conductores que circulan por las autovías españolas equipadas con peajes de tipo ‘free flow’ o sin barreras. Estos sistemas, diseñados para agilizar el tráfico y eliminar las detenciones, operan con una tecnología que puede pasar desapercibida para el usuario no habitual, generando una falsa sensación de gratuidad. El problema surge cuando, pasados los meses, llega una notificación a nuestro buzón que nos pilla completamente por sorpresa, una nueva modalidad de sanción que llega meses después, cuando el recuerdo del viaje se ha desvanecido por completo, transformando la comodidad inicial en una auténtica jaqueca financiera y administrativa.
Lo que muchos desconocen es que tras pasar bajo uno de estos arcos tecnológicos se activa una cuenta atrás. El conductor dispone de un plazo muy limitado, a menudo de apenas unos días, para realizar el pago de forma voluntaria a través de internet. Si este trámite se omite, ya sea por despiste, desconocimiento o por simple confianza en que no se debía nada, la concesionaria de la autopista pone en marcha un engranaje burocrático implacable. Así, el problema reside en el procedimiento, un sistema opaco para el conductor de a pie que convierte un pequeño olvido en una sanción con recargos desorbitados, iniciando un proceso que culmina con una multa que puede llegar a ser diez veces superior al importe original del peaje.
1LA TECNOLOGÍA INVISIBLE QUE CAZA MATRÍCULAS SIN QUE TE ENTERES

El funcionamiento de los peajes ‘free flow’ se basa en una sofisticada infraestructura que opera de manera casi imperceptible para el conductor. A diferencia de las cabinas de peaje tradicionales, estos sistemas utilizan un sistema de pórticos equipados con cámaras de alta definición y sensores, capaces de leer la matrícula de cada vehículo a cualquier velocidad y en cualquier condición climática, sin necesidad de que este se detenga o reduzca la marcha. Esta tecnología, conocida como Reconocimiento Óptico de Caracteres (OCR), captura una imagen de la placa y la procesa en milisegundos para identificar el vehículo, creando un registro de su paso por ese punto kilométrico exacto. La sensación es la de circular por una autovía completamente normal, lo que aumenta el riesgo de no ser consciente de la obligación de pago.
Una vez capturada la matrícula, el sistema informático realiza una comprobación instantánea en su base de datos. Su primer objetivo es verificar si el vehículo está equipado con un dispositivo de telepeaje (como el popular Via-T) que esté activo y con saldo. Si la comprobación es positiva, el cargo se realiza de forma automática y el proceso concluye sin mayor incidencia para el usuario. Sin embargo, si el sistema no detecta un dispositivo de telepeaje válido asociado a esa matrícula, se genera un registro de tránsito pendiente de pago, que el conductor debe abonar activamente en un plazo determinado a través de los canales habilitados por la empresa concesionaria, generalmente su página web. Aquí es donde empieza el verdadero peligro de la multa en diferido.