La ‘multa en diferido’ se ha convertido en la nueva pesadilla para miles de conductores que circulan por las autovías españolas equipadas con peajes de tipo ‘free flow’ o sin barreras. Estos sistemas, diseñados para agilizar el tráfico y eliminar las detenciones, operan con una tecnología que puede pasar desapercibida para el usuario no habitual, generando una falsa sensación de gratuidad. El problema surge cuando, pasados los meses, llega una notificación a nuestro buzón que nos pilla completamente por sorpresa, una nueva modalidad de sanción que llega meses después, cuando el recuerdo del viaje se ha desvanecido por completo, transformando la comodidad inicial en una auténtica jaqueca financiera y administrativa.
Lo que muchos desconocen es que tras pasar bajo uno de estos arcos tecnológicos se activa una cuenta atrás. El conductor dispone de un plazo muy limitado, a menudo de apenas unos días, para realizar el pago de forma voluntaria a través de internet. Si este trámite se omite, ya sea por despiste, desconocimiento o por simple confianza en que no se debía nada, la concesionaria de la autopista pone en marcha un engranaje burocrático implacable. Así, el problema reside en el procedimiento, un sistema opaco para el conductor de a pie que convierte un pequeño olvido en una sanción con recargos desorbitados, iniciando un proceso que culmina con una multa que puede llegar a ser diez veces superior al importe original del peaje.
5EL FUTURO DE LOS PEAJES EN ESPAÑA: ¿ESTAMOS PREPARADOS PARA EL PAGO POR USO SIN BARRERAS?

Lejos de ser una anécdota limitada a unas pocas autovías, el sistema de peaje ‘free flow’ es un campo de pruebas para un cambio mucho mayor en la movilidad en España. Las directivas europeas y la necesidad de encontrar nuevas vías de financiación para el mantenimiento de la red viaria apuntan inexorablemente hacia la implantación generalizada del pago por uso. En este contexto, este modelo ‘free flow’ se perfila como el estándar para la futura implantación del pago por uso en la red de autovías del Estado, un cambio de paradigma en la financiación de nuestras carreteras que podría generalizar este tipo de cobro y sanción. Por lo tanto, comprender su funcionamiento actual es prepararse para el futuro de la conducción en nuestro país.
El gran desafío que se presenta es cómo implementar este sistema a gran escala sin provocar un caos administrativo y una avalancha de sanciones entre una población poco familiarizada con él. La transición hacia este sistema exige un esfuerzo pedagógico sin precedentes por parte de las administraciones, pues de lo contrario el riesgo de convertir a miles de conductores desinformados en infractores por desconocimiento es inmenso y podría generar un notable rechazo social. La tecnología debe estar al servicio del ciudadano, y eso implica sistemas de notificación y pago mucho más claros, accesibles e inmediatos, que eviten que un simple viaje se transforme en una onerosa multa por un despiste fácilmente subsanable.