martes, 29 julio 2025

El pueblo español donde nadie cierra las puertas de su casa, y te espera en agosto

Hay un pueblo en la comarca de La Vera, Cáceres, donde el concepto de seguridad se vive de una forma que resulta casi anacrónica para el urbanita del siglo XXI. En Villanueva de la Vera, la costumbre dicta que las puertas no se cierran con llave y que la confianza es el cerrojo más eficaz contra cualquier tipo de maldad. Esta arraigada tradición, que se remonta a tiempos en los que la comunidad era la principal red de apoyo, pervive hoy como un testimonio asombroso de una forma de vida en la que el miedo no tiene cabida, donde la tranquilidad no es una aspiración sino una realidad cotidiana y palpable en cada rincón. Esta singularidad convierte a la localidad en un caso de estudio sobre la convivencia y el respeto mutuo.

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Imaginar una jornada sin la preocupación de echar la llave al salir, sin el sobresalto de un ruido extraño en la noche o sin la necesidad de instalar alarmas, parece una utopía en la España actual. Sin embargo, los habitantes de este enclave extremeño hacen gala de esta normalidad pasmosa. No se trata de un descuido colectivo, sino de una filosofía de vida heredada, una manifestación de lazos comunitarios tan fuertes que el control social informal supera con creces a cualquier sistema de vigilancia formal. Esta atmósfera de confianza absoluta intriga y fascina a partes iguales, planteando la pregunta de si un modelo así podría, de alguna manera, replicarse en otros lugares.

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¿UNA TRADICIÓN INMUNE AL SIGLO XXI?

Fuente: Freepik

La llegada de visitantes y nuevos residentes plantea un interesante desafío para esta costumbre tan arraigada. El turismo, atraído por la belleza de su conjunto histórico-artístico y su entorno natural, introduce un elemento de anonimato que podría erosionar la confianza local. Sin embargo, la comunidad ha sabido gestionar esta nueva realidad con una mezcla de prudencia y hospitalidad, demostrando una notable capacidad de adaptación sin renunciar a su idiosincrasia fundamental. Los vecinos de este pueblo no parecen dispuestos a cambiar sus hábitos, contagiando a muchos de los recién llegados, que acaban por adoptar esta filosofía de vida como propia, maravillados por su simplicidad y eficacia.

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Otro frente de cambio es el generacional. Los jóvenes de Villanueva, expuestos a un mundo globalizado a través de la tecnología y las redes sociales, podrían ver esta tradición como algo del pasado, una costumbre pintoresca pero poco práctica en los tiempos que corren. No obstante, la mayoría de ellos la vive con orgullo, entendiendo que esta confianza heredada es un verdadero privilegio y un rasgo distintivo que hace de su hogar un lugar especial. La pervivencia de la costumbre dependerá de su capacidad para seguir transmitiendo el valor de la comunidad por encima del individualismo que promueve la sociedad contemporánea.

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