miércoles, 30 julio 2025

El descafeinado no está libre de cafeína: la cantidad que puedes tomar antes de que afecte a tu sueño, según la ciencia.

El descafeinado no está libre de cafeína, una realidad que muchos consumidores desconocen cuando eligen esta bebida pensando que es completamente inocua para su descanso nocturno o su sistema nervioso. La creencia popular lo sitúa como un placebo perfecto para quienes aman el sabor del café pero no desean sus efectos estimulantes, una especie de hermano gemelo inofensivo. Sin embargo, la ciencia y la normativa alimentaria destapan una verdad matizada, una que revela la presencia, aunque mínima, de cafeína en cada taza. Esta cantidad residual, perfectamente legal y regulada, puede ser insignificante para la mayoría, pero se convierte en un factor determinante para un segmento creciente de la población especialmente sensible a esta molécula.

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La cuestión, por tanto, no es si el descafeinado tiene cafeína, sino cuánta contiene y a partir de qué umbral esa dosis residual empieza a contar. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha arrojado luz sobre este asunto, estableciendo límites y recomendaciones que nos sirven de guía. Para muchos, disfrutar de varias tazas a lo largo del día no supondrá ningún problema, pero para otros, incluso una cantidad considerada pequeña puede ser la diferencia entre una noche de sueño reparador y una de vueltas en la cama. Comprender dónde se encuentra ese límite personal y qué factores influyen en él es la clave para seguir disfrutando del ritual del café sin pagar un peaje inesperado en nuestra salud y bienestar.

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EL PEQUEÑO SECRETO QUE ESCONDE TU TAZA DE DESCAFEINADO

Cuando pedimos un café descafeinado en una cafetería o lo preparamos en casa, asumimos una ausencia total de cafeína, pero la realidad es ligeramente distinta y merece ser conocida. La legislación europea establece que el café en grano descafeinado no debe superar el 0,1% de cafeína residual sobre su peso en seco. Esta cifra, que puede parecer diminuta, se traduce en que una taza estándar de café filtrado puede contener entre 2 y 7 miligramos de cafeína, una cantidad que, aunque es sustancialmente menor que los 80-100 mg de un café normal, no es cero y se acumula en el organismo. Por lo tanto, el consumo repetido a lo largo del día puede sumar una dosis que ciertas personas sí llegarán a notar.

El problema radica en la acumulación y en la percepción de invulnerabilidad que rodea a esta bebida. Un consumidor puede tomar tres o cuatro tazas por la tarde pensando que no tendrán ningún efecto, sin ser consciente de que podría estar ingiriendo hasta 28 miligramos de cafeína. Para la población general, esta cifra sigue siendo baja y manejable, pero para aquellos con un metabolismo lento para la cafeína, esta dosis puede ser más que suficiente para interferir con los ciclos de sueño o generar una leve ansiedad. La clave es la moderación y el autoconocimiento, entendiendo que el término descafeinado implica una reducción drástica, no una eliminación completa de este conocido alcaloide.

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