El descafeinado no está libre de cafeína, una realidad que muchos consumidores desconocen cuando eligen esta bebida pensando que es completamente inocua para su descanso nocturno o su sistema nervioso. La creencia popular lo sitúa como un placebo perfecto para quienes aman el sabor del café pero no desean sus efectos estimulantes, una especie de hermano gemelo inofensivo. Sin embargo, la ciencia y la normativa alimentaria destapan una verdad matizada, una que revela la presencia, aunque mínima, de cafeína en cada taza. Esta cantidad residual, perfectamente legal y regulada, puede ser insignificante para la mayoría, pero se convierte en un factor determinante para un segmento creciente de la población especialmente sensible a esta molécula.
La cuestión, por tanto, no es si el descafeinado tiene cafeína, sino cuánta contiene y a partir de qué umbral esa dosis residual empieza a contar. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha arrojado luz sobre este asunto, estableciendo límites y recomendaciones que nos sirven de guía. Para muchos, disfrutar de varias tazas a lo largo del día no supondrá ningún problema, pero para otros, incluso una cantidad considerada pequeña puede ser la diferencia entre una noche de sueño reparador y una de vueltas en la cama. Comprender dónde se encuentra ese límite personal y qué factores influyen en él es la clave para seguir disfrutando del ritual del café sin pagar un peaje inesperado en nuestra salud y bienestar.
5LA CUENTA FINAL: ¿CUÁNTAS TAZAS ROMPEN LA BARRERA DEL SUEÑO?

Llegamos a la pregunta del millón, la que todo consumidor de café descafeinado se plantea en algún momento: ¿cuál es el límite? La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluye que ingestas de hasta 200 mg de cafeína de una sola vez no suponen un problema de seguridad para un adulto sano medio. Sin embargo, para el sueño, el umbral es más bajo. Estudios sugieren que incluso 100 mg de cafeína pueden afectar la calidad del descanso en personas sensibles. Si consideramos un valor conservador de 5 mg de cafeína por taza de descafeinado, una persona altamente sensible podría empezar a notar efectos adversos en su sueño a partir de las cinco o seis tazas consumidas en las horas previas a acostarse.
Para la gran mayoría de la población, este límite será considerablemente más alto y probablemente nunca lo alcancen bebiendo únicamente descafeinado. Sin embargo, es fundamental tener en cuenta el consumo acumulado de otras fuentes de cafeína a lo largo del día, como el té, los refrescos de cola o el chocolate. La recomendación final es aplicar el sentido común y la observación personal. Si tu objetivo principal al beber un descafeinado es proteger tu sueño, procura limitar su consumo a no más de cuatro o cinco tazas a lo largo del día, y evita por completo su ingesta en las seis horas previas a irte a la cama. De esta forma, te aseguras de disfrutar de sus beneficios y su sabor sin que su pequeño secreto de cafeína te pase factura en la almohada.