Las dolorosas agujetas que aparecen tras una sesión de ejercicio intenso o al retomar la actividad física después de un parón han sido, desde siempre, objeto de todo tipo de remedios caseros. Entre todos ellos, el vaso de agua con azúcar se alza como el rey indiscutible, una solución transmitida de generación en generación con la fe ciega que se profesa a las verdades populares. La teoría detrás de este brebaje era aparentemente lógica, pues se basaba en la creencia de que las agujetas eran producto de la cristalización del ácido láctico en los músculos, y que el azúcar disuelto en agua ayudaba a disolver dichos cristales. Sin embargo, la ciencia, con su implacable método, ha desmontado por completo esta creencia.
La persistencia de este mito es un claro ejemplo de cómo una explicación sencilla, aunque errónea, puede calar hondo en el imaginario colectivo y perpetuarse durante décadas. Aceptar que un remedio tan accesible como el agua con azúcar no tiene efecto alguno sobre las agujetas supone un pequeño duelo contra la nostalgia y la tradición, pero la realidad es que esas molestias son el resultado de un proceso inflamatorio y reparador mucho más complejo. Comprender la verdadera naturaleza de este dolor muscular post-esfuerzo no solo nos aleja de soluciones ineficaces, sino que nos abre la puerta a estrategias que sí funcionan para prevenirlas y aliviarlas de manera efectiva, basándonos en el conocimiento fisiológico de nuestro propio cuerpo.
3HIDRATACIÓN Y NUTRICIÓN: LOS VERDADEROS ALIADOS DE TUS MÚSCULOS

Si el azúcar es inútil para combatir las agujetas, el agua, su compañera en el falso remedio, es absolutamente fundamental. La hidratación es uno de los pilares de la recuperación muscular, ya que el agua es el medio en el que se transportan los nutrientes y se eliminan los productos de desecho del metabolismo celular. Un músculo deshidratado es un músculo que funciona peor y se repara más lentamente. Por ello, una correcta hidratación es fundamental para que los nutrientes lleguen a las fibras dañadas y se eliminen los deshechos metabólicos. Beber suficiente agua antes, durante y, sobre todo, después del ejercicio es una de las estrategias más sencillas y eficaces para facilitar los procesos de regeneración.
Junto a la hidratación, la nutrición juega un papel protagonista en la reparación de esas microrroturas que causan las agujetas. Los músculos necesitan «ladrillos» para reconstruirse, y esos ladrillos son las proteínas. Alimentos como el pollo, el pescado, los huevos, las legumbres o los lácteos aportan los aminoácidos esenciales para este proceso. Además, la ingesta de proteínas de calidad es clave para proporcionar a los músculos los aminoácidos necesarios para su reconstrucción, combinada con carbohidratos de buena calidad, como los de la avena o la fruta, que ayudarán a rellenar las reservas de energía (glucógeno) gastadas durante la actividad física.