martes, 5 agosto 2025

En Zaragoza existe un desierto que se convierte en lago: el espectáculo natural que solo ocurre en primavera

En la provincia de Zaragoza se esconde un paraje de una belleza tan insólita como efímera, un lugar donde la naturaleza parece jugar a los extremos. Hablamos de un territorio que durante gran parte del año presenta una faz desértica, casi lunar, pero que con la llegada de las lluvias primaverales se transforma en un complejo lagunar lleno de vida. Este fenómeno, un ecosistema de contrastes tan extremos que desafía la lógica, convierte a esta zona de la depresión del Ebro en un destino imprescindible para los amantes de lo singular, un espectáculo que demuestra que los mayores tesoros naturales a menudo se encuentran donde menos se espera, lejos de los circuitos convencionales y las postales más repetidas.

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Este enclave mágico no es otro que las Saladas de Chiprana, un conjunto de lagunas estacionales de origen endorreico que conforman uno de los humedales salinos más importantes y mejor conservados de toda Europa Occidental. Su valor es tal que el Gobierno de Aragón las protege bajo la figura de Reserva Natural Dirigida, una categoría que subraya su fragilidad y la necesidad de un cuidado exquisito. Lo que intriga y fascina es su dualidad, la capacidad de este paisaje para resucitar con cada aguacero, pasando de ser un salar cuarteado por el sol a un refugio vital para una biodiversidad única y adaptada a unas condiciones de supervivencia que rozan lo imposible.

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GUARDIANES DE LA SAL: LA FAUNA Y FLORA QUE NADIE ESPERA ENCONTRAR

La biodiversidad de las Saladas de Chiprana es el resultado de una larguísima carrera evolutiva en un medio extremo. La vegetación que logra prosperar en sus márgenes está formada por plantas halófitas, es decir, plantas especializadas en sobrevivir en suelos con una salinidad extrema, auténticas supervivientes que han desarrollado mecanismos para gestionar el exceso de sal. Especies como la salicornia o la sosa jabonera forman praderas de un intenso color rojizo en otoño, creando un cinturón vegetal que es tan importante como las propias lagunas. Esta flora única es uno de los grandes valores de este espacio protegido en la región de Zaragoza.

En cuanto a la fauna, el protagonista indiscutible es un pequeño crustáceo branquiópodo conocido como Artemia salina, un diminuto ser que es la base de todo el ecosistema. Su capacidad para poner huevos de resistencia, que pueden permanecer viables durante años en el fango seco, es asombrosa. Estos crustáceos son, la base de la cadena trófica de este humedal único, sirviendo de alimento a una notable comunidad de aves. Grullas, patos, limícolas y, en ocasiones, incluso flamencos, acuden a este banquete efímero, convirtiendo a las Saladas en un observatorio ornitológico de primer orden en la comunidad de Zaragoza.

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