El ‘microseguro’ de móvil que te ofrecen al comprar un nuevo terminal se ha convertido en una de las trampas más extendidas y frustrantes para los consumidores españoles. Se presenta como una solución inteligente y económica, una pequeña cuota mensual para proteger una inversión que a menudo supera los mil euros. La promesa es seductora: tranquilidad frente a roturas, robos o daños accidentales. Sin embargo, la cruda realidad que se esconde detrás de estas pólizas de bajo coste es un entramado de cláusulas opacas y exclusiones diseñadas para una sola cosa: no pagar. Un engaño masivo que ahora queda expuesto con cifras oficiales.
La magnitud del problema ha sido destapada por un demoledor informe de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP). Los datos son tan claros que no dejan lugar a la interpretación: estas aseguradoras rechazan el 92% de las reclamaciones presentadas por sus clientes. Es una cifra escandalosa que confirma lo que miles de usuarios ya sospechaban por experiencia propia. No se trata de casos aislados ni de mala suerte, sino de un modelo de negocio que se lucra vendiendo una falsa sensación de seguridad, dejando al consumidor desamparado en el momento de la verdad, justo cuando más necesita la cobertura por la que ha pagado.
3CIFRAS QUE ESPANTAN: EL INFORME OFICIAL QUE DESTAPA EL FRAUDE

Hasta ahora, las quejas de los usuarios podían parecer casos particulares o anécdotas, pero el informe de la DGSFP ha puesto negro sobre blanco la realidad del sector. El dato de que solo se pagan el 8% de las reclamaciones es una prueba irrefutable de que no estamos ante un problema de gestión, sino ante un diseño estructural. Este dato, frío y demoledor, significa que 92 de cada 100 personas que pagaron religiosamente su cuota y sufrieron un percance no recibieron ni un solo euro de compensación por parte de su aseguradora. Unas cifras que deberían hacer saltar todas las alarmas.
El informe va más allá y señala que el motivo de este altísimo ratio de rechazo no se debe a un intento de fraude por parte de los clientes, sino a las propias condiciones de las pólizas. Las aseguradoras se escudan en un sinfín de cláusulas de exclusión, redactadas de forma ambigua y situadas en la letra pequeña, para denegar sistemáticamente las coberturas. Se trata, según el supervisor, de una práctica generalizada en el sector de los microseguros de móvil, lo que lo aleja de un problema de malas prácticas de una o dos compañías y lo convierte en un auténtico problema estructural.