El ‘microseguro’ de móvil que te ofrecen al comprar un nuevo terminal se ha convertido en una de las trampas más extendidas y frustrantes para los consumidores españoles. Se presenta como una solución inteligente y económica, una pequeña cuota mensual para proteger una inversión que a menudo supera los mil euros. La promesa es seductora: tranquilidad frente a roturas, robos o daños accidentales. Sin embargo, la cruda realidad que se esconde detrás de estas pólizas de bajo coste es un entramado de cláusulas opacas y exclusiones diseñadas para una sola cosa: no pagar. Un engaño masivo que ahora queda expuesto con cifras oficiales.
La magnitud del problema ha sido destapada por un demoledor informe de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP). Los datos son tan claros que no dejan lugar a la interpretación: estas aseguradoras rechazan el 92% de las reclamaciones presentadas por sus clientes. Es una cifra escandalosa que confirma lo que miles de usuarios ya sospechaban por experiencia propia. No se trata de casos aislados ni de mala suerte, sino de un modelo de negocio que se lucra vendiendo una falsa sensación de seguridad, dejando al consumidor desamparado en el momento de la verdad, justo cuando más necesita la cobertura por la que ha pagado.
4LA LETRA PEQUEÑA QUE ESCONDE LA ESTAFA: LAS CLÁUSULAS ABUSIVAS

El verdadero truco de estos microseguros reside en un laberinto de cláusulas abusivas y definiciones retorcidas. Una de las más habituales es la exclusión del hurto, distinguiéndolo del robo con violencia o intimidación, una diferencia que el consumidor medio desconoce pero que es clave para la aseguradora. Si te quitan el móvil del bolsillo sin que te des cuenta, es hurto y no está cubierto. Solo si te amenazan o agreden, se considera robo y, solo entonces, quizás, la póliza entre en juego. Otro clásico es la exclusión de «daños estéticos» o la cobertura de rotura de pantalla solo por «causa accidental fortuita», un término deliberadamente vago.
La lista de trampas es interminable. Muchas pólizas excluyen los daños por líquidos si no son por inmersión total, los daños causados por «negligencia» del usuario (como llevar el móvil en el bolsillo trasero) o exigen la presentación de una denuncia con detalles específicos casi imposibles de obtener. Además, imponen franquicias elevadas que, en muchos casos, hacen que no merezca la pena dar parte, o exigen peritajes costosos. Son todo un conjunto de barreras, diseñadas para que el cliente desista por puro agotamiento y acabe asumiendo el coste de la reparación de su bolsillo.