Hidratarte es una de las acciones más simples y muchas veces pocas valoradas, pero que en realidad es esencial para mantener la salud y el bienestar a lo largo del día. Sin embargo, muchas personas cometen algunos errores al hacerlo, creyendo que basta con tomar un par de vasos de agua de vez en cuando, y no es así. Lo malo es que una hidratación incorrecta puede pasar desapercibida y la verdad es que sus efectos impactan directamente en tu nivel de energía, concentración y rendimiento físico.
Aunque parezca contradictorio, hidratarte mal puede generar diferentes síntomas como fatiga, dolor de cabeza, somnolencia y falta de motivación incluso desde las primeras horas de la mañana, y no se trata solo de la cantidad de agua que consumes, sino también de cuándo, cómo y con qué otros factores la estás combinando. Por eso, si últimamente te sientes sin fuerza a lo largo del día, tal vez el problema no sea lo que comes, sino cómo te estás hidratando.
1Tomar agua de golpe no significa hidratarte bien
Muchas personas piensan que pueden compensar un día entero sin beber líquidos simplemente tomando dos o tres vasos grandes de agua seguidos, y ahí es donde se equivocan, pues es una práctica poco efectiva, y que además puede hacer que el cuerpo elimine el exceso de líquidos rápidamente sin aprovecharlo. Hidratarte correctamente implica repartir la ingesta de líquidos a lo largo del día, no concentrarla en momentos puntuales como muchas personas sueles hacer.
Además, tomar grandes cantidades de agua de una sola vez puede incluso diluir los niveles de electrolitos en el cuerpo, lo que provoca una sensación de fatiga o debilidad. Así que si lo que quieres es mantener una energía estable, lo ideal es que te acostumbres a beber así sea pequeños sorbos durante toda la jornada, especialmente en las primeras horas del día y antes de que el cuerpo sienta sed, en lugar de tomar mucha en un solo momento del día.
