domingo, 3 agosto 2025

El truco de los bares para que la cerveza tenga espuma perfecta, y no es lavar los vasos

La cerveza es mucho más que una simple bebida en España; es un ritual, un pilar de nuestra cultura social que se rige por códigos no escritos. Y en el centro de ese ritual se encuentra un elemento casi sagrado: la espuma. Todos hemos sentido esa pequeña decepción al recibir una caña con una corona pobre, efímera, que desaparece a los pocos segundos. La creencia popular siempre ha señalado a un culpable: un vaso mal lavado. Sin embargo, el verdadero secreto de los bares para conseguir esa espuma perfecta, densa y duradera no tiene nada que ver con el detergente, sino con un truco que roza la alquimia.

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Lejos de complejos procesos industriales o aditivos químicos, la solución para lograr una giste de manual reside en un gesto tan sencillo como inesperado, un as en la manga que muchos bármanes veteranos guardan con recelo. Se trata de una técnica que aprovecha la química más básica para transformar por completo la experiencia de beber una cerveza. La clave está en la fruta, y más concretamente en un cítrico, un truco de barra que tiene una sólida base científica, como ha llegado a demostrar un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid, desvelando la magia que se esconde detrás de la caña perfecta.

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DE LA BARRA DEL BAR A TU CASA: CÓMO REPLICAR LA CAÑA PERFECTA

Fuente: Freepik

Replicar este truco de profesional en casa es increíblemente sencillo y cambiará para siempre la forma en que sirves la cerveza. Lo único que se necesita es una tira de piel de limón, asegurándose de que no tenga demasiada parte blanca o albedo, que es amarga. Justo antes de servir la bebida, se debe pasar la parte exterior de la piel por el borde interior del vaso, sin apretar. No se busca impregnar el vaso, basta con un leve roce de la parte exterior de la piel del limón por el borde para depositar la cantidad justa de aceites esenciales necesarios.

El efecto sobre el sabor de la cerveza es prácticamente nulo si se hace correctamente, aunque en algunas variedades ligeras, como las de tipo lager o pilsner, puede aportar una nota cítrica y refrescante muy sutil y agradable. No hay que temer que la bebida sepa a limón. Lo que sí se notará de inmediato es una corona más blanca, más cremosa y que permanece intacta hasta el último sorbo. Al final, este pequeño gesto es lo que distingue a una caña bien tirada de una simple bebida servida en un vaso, un detalle de maestría que demuestra un profundo respeto por el arte de servir una buena cerveza.

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