miércoles, 6 agosto 2025

El truco del ‘sol artificial’ en restaurantes: por qué la iluminación amarilla hace que comas un 30% más

El truco del ‘sol artificial’ en los restaurantes es mucho más que una simple elección decorativa, se trata de una poderosa herramienta psicológica diseñada para influir directamente en nuestro comportamiento. La ciencia, y en concreto un revelador estudio de la Universidad de Valencia, confirma que la exposición a una iluminación de tonos cálidos y amarillentos no solo nos hace sentir más cómodos, sino que estimula nuestro apetito de una forma asombrosa. Esta manipulación sutil del ambiente, una estrategia de neuromarketing tan sutil como efectiva que nos incita a consumir más sin que seamos conscientes de ello, y que apela directamente a nuestros instintos más primarios. Nos predispone a bajar la guardia, a relajarnos y, en consecuencia, a pedir más.

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Esta estrategia lumínica busca replicar la calidez del atardecer o la luz de las velas, momentos que nuestro cerebro asocia evolutivamente con la seguridad, el descanso y la recompensa tras una larga jornada. Al sumergirnos en esta atmósfera dorada, los locales de hostelería no solo venden comida, sino que venden una experiencia de confort y bienestar. Se crea así, un ambiente que nos predispone a bajar la guardia, a sentirnos a gusto y, en consecuencia, a prolongar la estancia y el consumo, transformando una simple cena en una experiencia mucho más rentable para el negocio. La próxima vez que te encuentres en un local particularmente acogedor, presta atención a la luz; es muy probable que no sea una casualidad.

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EL IMPACTO PSICOLÓGICO: CUANDO NUESTRO CEREBRO DECIDE COMER CON LOS OJOS (Y LA LUZ)

Fuente: Freepik

La eficacia de la iluminación cálida reside en su capacidad para conectar con nuestra psicología más profunda. Los tonos amarillos y anaranjados son los colores del fuego, de la hoguera alrededor de la cual nuestros ancestros se reunían para comer, socializar y sentirse seguros. Los restaurantes que emplean esta paleta cromática están activando, sin que lo sepamos, una memoria evolutiva muy poderosa. Por eso, nuestro cerebro asocia instintivamente estas tonalidades con el final del día, un momento de relajación y recompensa, lo que nos vuelve más vulnerables a la tentación.

En definitiva, el llamado ‘sol artificial’ es la culminación de una serie de técnicas de persuasión ambiental que los restaurantes han perfeccionado a lo largo de los años. No se trata solo de iluminar una sala, sino de dirigir sutilmente las decisiones del comensal. Al final, la luz cálida hace que la comida sepa mejor, que la compañía sea más agradable y que el tiempo pase más deprisa, una manipulación ambiental tan bien ejecutada que la aceptamos gustosamente como parte de la experiencia, sin percatarnos de que nuestra decisión de pedir un plato más ha sido sutilmente guiada por la luz. Los mejores restaurantes son, en cierto modo, maestros de la ilusión.

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