Las molestas robollamadas se han convertido en la banda sonora no deseada de nuestra era digital, una interrupción constante que no entiende de horarios ni de momentos inoportunos. Ese zumbido insistente del móvil sobre la mesa, mostrando un número largo y desconocido, genera ya una respuesta casi pavloviana de hartazgo y desconfianza. Lejos de ser un fenómeno aislado, se ha consolidado como una estrategia masiva y sistemática empleada por infinidad de empresas para bombardearnos con sus propuestas comerciales o, en el peor de los casos, para tender una trampa. Es una realidad que nos afecta a todos por igual, una plaga digital que interrumpe cenas, siestas y reuniones de trabajo sin ningún tipo de pudor y que nos obliga a estar permanentemente en guardia.
Comprender qué se esconde detrás de estas llamadas fantasma es el primer paso para poder combatirlas eficazmente. No se trata de un ejército de teleoperadores marcando números al azar sin descanso. Detrás de ese silencio inicial o esa pregunta genérica se esconde un sistema automatizado diseñado para peinar listados masivos de números en busca de una víctima activa. En el momento en que descolgamos, el sistema nos identifica como un número «vivo» y solo entonces nos pone en la cola para ser atendidos por un agente humano. Este método, aunque irritante para el usuario, es una herramienta de optimización de recursos para las empresas que lo utilizan, pero también la puerta de entrada a un universo de posibles engaños.
2LA PAUSA DELATORA Y OTRAS PISTAS PARA DESENMASCARAR AL ROBOT

Ese segundo de silencio sepulcral tras descolgar el teléfono es, sin duda, la señal de alarma más evidente. Es el tiempo muerto que necesita el sistema para asignarnos a un operador disponible. Si al contestar con un «¿Dígame?» te encuentras con un vacío momentáneo antes de que una voz te salude, tienes un 99% de probabilidades de estar ante una de estas llamadas automáticas. Esta pausa es la firma inconfundible del marcador predictivo, la señal más clara de que no es una persona quien ha marcado tu número de forma manual, sino un marcador predictivo que te ha ‘cazado’ y está buscando a quién pasarte la llamada. Prestar atención a este detalle es el primer filtro para identificar las robollamadas.
Más allá de la pausa, existen otros indicios que nos pueden poner sobre aviso. A menudo, la primera palabra que escuchamos es una pregunta genérica como «¿Me oye?» o «¿Hola?», pronunciada para confirmar que la línea está activa. Otro indicio es un ruido de fondo que suena inequívocamente a oficina o a ‘call center’, con un murmullo de otras conversaciones. En ocasiones, la llamada puede empezar con una locución grabada. Finalmente, la incapacidad del interlocutor para salirse de un guion preestablecido es otra pista, así como la incapacidad del interlocutor para mantener una conversación fluida si te sales del guion previsto, ya que están entrenados para seguir un discurso y no para la improvisación.