El famoso impuesto al sol ha vuelto de una forma mucho más sigilosa y, probablemente, sin que te hayas percatado de ello en tu factura mensual. Muchos usuarios de autoconsumo, creyendo haber dejado atrás las polémicas tasas sobre la generación propia de energía, empiezan a descubrir con asombro que sus facturas no reflejan el ahorro prometido cuando decidieron apostar por la sostenibilidad y la eficiencia energética. Este desconcierto inicial da paso a una cruda realidad: aunque el marco legal ha cambiado, la picaresca de algunas empresas ha encontrado nuevas vías para seguir gravando, de facto, la producción eléctrica particular, poniendo en jaque la rentabilidad de miles de instalaciones fotovoltaicas en toda España.
Lo que estamos presenciando no es una resurrección del antiguo y denostado peaje de respaldo, sino más bien una reencarnación adaptada a los nuevos tiempos. Se trata de un mecanismo encubierto que se esconde en la letra pequeña de los contratos de suministro. Mediante una serie de cargos y peajes, disfrazados bajo eufemismos como ‘costes de gestión’ o ‘peajes por excedentes’, que merman la rentabilidad de las placas solares, las compañías eléctricas han logrado crear una especie de impuesto al sol 2.0. Una estrategia que afecta directamente a la energía que produces pero no consumes instantáneamente, ese excedente que viertes a la red con la esperanza de obtener una compensación justa que nunca llega en su totalidad.
4CÓMO DEFENDERTE DE ESTE ‘IMPUESTO AL SOL’ ENCUBIERTO

La primera línea de defensa para el consumidor es la información y la revisión exhaustiva de su contrato actual. Es imprescindible localizar el apartado que detalla las condiciones de la compensación de excedentes y buscar cualquier mención a costes de gestión, peajes o cargos adicionales. Si el lenguaje es ambiguo o detectas algún cobro inesperado, el siguiente paso es contactar directamente con la comercializadora para exigir una explicación clara y detallada, y si la respuesta no es satisfactoria, no dudar en presentar una reclamación ante los organismos de consumo pertinentes. No hay que resignarse a pagar este impuesto al sol encubierto.
Además, el mercado energético es dinámico y la portabilidad es un derecho del consumidor. Utilizar comparadores de tarifas independientes y consultar a asociaciones de consumidores como la OCU puede arrojar mucha luz sobre qué compañías ofrecen las mejores condiciones para el autoconsumo. A veces, un cambio de comercializadora puede suponer un ahorro de cientos de euros al año, eliminando por completo estos cargos injustificados. Estar dispuesto a cambiar de proveedor es la herramienta más poderosa que tiene el usuario para castigar las malas prácticas y premiar la transparencia y la equidad.