Afrontar la ‘lista negra’ de la ITV es una preocupación recurrente para millones de conductores en España, un trámite que muchos perciben como un mero formalismo burocrático, pero que en realidad esconde una complejidad que puede dar al traste con nuestras previsiones. Solemos centrar nuestra atención en los grandes fallos mecánicos, aquellos que suenan a avería cara y visita ineludible al taller, ignorando que el verdadero peligro para nuestro bolsillo y nuestra paciencia reside en la acumulación de pequeños defectos. Son esas minucias, aparentemente inofensivas, las que, sumadas, pueden tejer una red de la que es imposible escapar, la suma de pequeños descuidos puede transformarse en un suspenso rotundo, convirtiendo una simple inspección en una auténtica pesadilla logística y económica.
El problema fundamental radica en una percepción errónea del reglamento, donde se asume que un fallo leve es poco más que una advertencia sin consecuencias prácticas. Nada más lejos de la realidad. Los inspectores de las estaciones de ITV no solo tienen la potestad, sino la obligación de evaluar el estado general del vehículo, y es precisamente en esa visión de conjunto donde reside la clave. Si un coche presenta una colección de pequeñas taras, la normativa permite que la acumulación de faltas leves derive en una calificación desfavorable, lo que implica la inmovilización inmediata del vehículo. Este escenario obliga al propietario a contratar una grúa para llevar el coche al taller y, una vez reparado, regresar para una segunda inspección, un engorro que nadie desea experimentar.
3VISIBILIDAD COMPROMETIDA: ESCOBILLAS Y LÍQUIDOS

Un parabrisas limpio y despejado es absolutamente crucial para una conducción segura, pero es un aspecto que a menudo se descuida hasta que las primeras gotas de lluvia revelan el problema. Las escobillas del limpiaparabrisas tienen una vida útil limitada y su deterioro es una de las causas más frecuentes de fallos leves en la ITV. El inspector accionará el sistema para comprobar su eficacia, unas escobillas que dejen surcos de agua, que hagan ruido al barrer o que simplemente no limpien correctamente la superficie del cristal serán consideradas no aptas. Es un fallo muy sencillo y barato de subsanar previamente, pero que muchos conductores olvidan por completo hasta que es demasiado tarde y ya figura en el informe de la inspección técnica.
La correcta visibilidad no depende únicamente del estado de las gomas de las escobillas, sino de todo el sistema de limpieza del parabrisas. Un depósito de líquido limpiaparabrisas vacío es motivo de un fallo leve instantáneo, ya que el sistema se considera inoperativo. De la misma manera, se inspecciona el propio cristal en busca de daños que puedan afectar al campo de visión del conductor. Mientras que un pequeño impacto fuera de la zona de visión directa puede pasar como leve, una fisura o un chinazo de dimensiones considerables situado justo delante del puesto del conductor puede ser motivo de una calificación desfavorable o incluso grave, dependiendo de su tamaño y ubicación. La integridad del parabrisas es, por tanto, otro punto clave a revisar antes de la ITV.