La posibilidad de devolver un producto comprado en una feria es una de esas cuestiones que generan un mar de dudas entre los consumidores. Todos nos hemos visto alguna vez paseando por un mercado de artesanía, una feria de muestras o un evento similar, donde la atmósfera festiva y la persuasión del vendedor nos llevan a realizar una compra impulsiva. Sin embargo, al llegar a casa, la euforia inicial se desvanece y surge el arrepentimiento o simplemente la constatación de que el artículo no encaja con nuestras necesidades reales. Es en ese preciso instante cuando la pregunta clave resuena con fuerza, ¿puedo realmente anular esta compra y recuperar mi dinero? La respuesta, para sorpresa de muchos, es afirmativa y se encuentra sólidamente amparada por la legislación vigente que protege al consumidor.
La normativa española, en concreto la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, es extraordinariamente clara al respecto, aunque su conocimiento no esté tan extendido como debería. Esta ley establece un mecanismo de protección fundamental conocido como el derecho de desistimiento, pensado precisamente para las compras realizadas fuera de un establecimiento mercantil permanente. El espíritu de la norma es proteger al ciudadano de las técnicas de venta más agresivas o de la falta de un entorno tranquilo para la reflexión, equilibrando la balanza entre el consumidor y el vendedor en un contexto de compra menos convencional. Comprender este derecho no solo nos empodera, sino que nos proporciona la tranquilidad de saber que una decisión apresurada tiene marcha atrás, sin necesidad de dar explicaciones ni de que el producto presente defecto alguno.
2¿ARREPENTIMIENTO O AVERÍA? NO CONFUNDAS DESISTIR CON LA GARANTÍA OBLIGATORIA

Una de las confusiones más habituales entre los consumidores es mezclar el derecho de desistimiento con la garantía legal. Son dos conceptos totalmente diferentes con finalidades distintas. El derecho a desistir, como hemos visto, es la facultad de anular una compra sin alegar motivo alguno, simplemente por un cambio de parecer. Es un derecho que se ejerce cuando el producto está en perfecto estado, pero ya no se desea. El ejercicio de devolver un producto bajo este paraguas, una decisión que no está vinculada a ningún fallo o defecto del bien, es una opción que protege la libertad de elección del consumidor tras la compra.
Por otro lado, la garantía legal entra en juego cuando el producto adquirido es defectuoso, no funciona correctamente o no se ajusta a las características prometidas por el vendedor. Todos los bienes de consumo nuevos tienen, por ley, una garantía de tres años. Durante este tiempo, si aparece un problema de origen, el consumidor tiene derecho a la reparación, a la sustitución, a una rebaja en el precio o, en última instancia, a la resolución del contrato, que implicaría la devolución del dinero. En este caso, no se trata de un arrepentimiento, sino del incumplimiento por parte del vendedor de su obligación de entregar un producto conforme. Diferenciar ambos derechos es clave para saber cómo actuar en cada situación.