miércoles, 6 agosto 2025

El ejercicio que los neurocientíficos recomiendan para frenar el deterioro cognitivo: son solo 12 minutos al día

El ejercicio físico se ha consolidado como un pilar fundamental para una vida saludable, pero la vorágine diaria a menudo nos deja sin tiempo para rutinas extensas. Sin embargo, la ciencia nos abre una puerta inesperada hacia una solución tan eficaz como accesible. Investigadores del ámbito de la neurociencia han identificado una práctica que, con apenas doce minutos al día, podría ser la clave para proteger nuestro cerebro del paso del tiempo. Este hallazgo, lejos de proponer entrenamientos extenuantes o disciplinas complejas, se centra en una actividad que muchos asocian con el ocio y el verano, pero que esconde un potencial extraordinario para nuestra salud cognitiva y que promete ser una de las herramientas más eficaces para mantener nuestra mente ágil.

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La propuesta es tan sencilla que puede generar escepticismo, pero sus fundamentos son robustos y están respaldados por estudios serios. No se trata de una fórmula mágica, sino de la aplicación de conocimientos científicos sobre cómo funciona nuestro cerebro y qué necesita para mantenerse en forma. La idea de frenar el deterioro cognitivo con una inversión de tiempo tan reducida resulta revolucionaria y abre un nuevo paradigma en el cuidado personal. Se trata de una actividad de bajo impacto que cualquiera puede adaptar a su rutina diaria, demostrando que la protección de nuestra memoria y nuestras capacidades intelectuales no exige sacrificios sobrehumanos, sino la constancia en un hábito placentero y sorprendentemente poderoso.

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LA CIENCIA DETRÁS DE CADA BRAZADA: FLUJO SANGUÍNEO Y NEUROGÉNESIS EN ACCIÓN

Fuente Pexels

El principal mecanismo por el cual la natación suave beneficia al cerebro es a través de la mejora del flujo sanguíneo cerebral. Al realizar este ejercicio, el corazón bombea más sangre, y al estar en posición horizontal en el agua, el retorno venoso se facilita, optimizando la circulación hacia la cabeza. Esto se traduce directamente en un mayor aporte de oxígeno y nutrientes esenciales para las células cerebrales, incluyendo las neuronas y las células gliales que les dan soporte. Un cerebro bien irrigado es un cerebro más sano, con una mayor capacidad para eliminar toxinas y productos de desecho metabólico que pueden acumularse y contribuir al deterioro cognitivo. Este efecto es inmediato y se mantiene durante horas después de haber finalizado la actividad.

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El segundo pilar científico que sustenta esta recomendación es la estimulación de la neurogénesis, la creación de nuevas neuronas en áreas clave como el hipocampo, una región cerebral fundamental para la memoria y el aprendizaje. Durante mucho tiempo se creyó que nacíamos con un número finito de neuronas, pero hoy sabemos que ciertos estímulos, como este tipo de ejercicio, pueden promover el nacimiento de nuevas células nerviosas. La natación parece ser especialmente eficaz en este sentido, ya que libera factores de crecimiento como el Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (BDNF), una proteína que actúa como un fertilizante para las neuronas, promoviendo su supervivencia, crecimiento y la formación de nuevas sinapsis, lo que blinda nuestra capacidad de recordar y aprender.

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