La posible multa por el aire acondicionado del coche es un temor que acecha a muchos conductores con la llegada del calor estival, pero pocos imaginan que el verdadero riesgo no reside en su uso, sino en su mantenimiento. Cuando el asfalto quema y el habitáculo se convierte en un horno, conectar el climatizador es un acto reflejo, un alivio casi instantáneo que damos por sentado. Sin embargo, detrás de ese gesto cotidiano se esconde una normativa poco conocida, una obligación de revisión periódica que, de ser ignorada, puede acarrear consecuencias económicas inesperadas y transformar ese soplo de aire fresco en un auténtico quebradero de cabeza.
El problema no surge de un agente de tráfico que nos detiene en plena ola de calor por llevar la refrigeración a tope, una leyenda urbana bastante extendida. La amenaza es más sutil y se materializa en el momento más inoportuno: la inspección técnica de vehículos. Allí, lo que considerábamos un simple sistema de confort se revela como un componente técnico sujeto a control, un elemento cuya deficiencia puede ser catalogada como grave e impedir que nuestro coche obtenga la pegatina favorable. Esta situación convierte una revisión rutinaria en una posible fuente de sanción, una multa encubierta que muchos desconocen por completo.
2LA REVISIÓN FANTASMA: ¿QUÉ DICE LA NORMATIVA SOBRE LOS GASES FLUORADOS?

La base de toda esta cuestión se encuentra en la normativa europea y su transposición a la legislación española, concretamente en la regulación de los gases fluorados de efecto invernadero. Estos compuestos, presentes en la mayoría de los circuitos de aire acondicionado de los vehículos, tienen un alto potencial de calentamiento global. Por ello, la ley exige un control estricto sobre su manipulación y posibles fugas, estableciendo que solo personal certificado puede manejar estos sistemas y que deben ser revisados periódicamente para asegurar su estanqueidad. El desconocimiento de esta normativa medioambiental es la raíz del problema para la mayoría de los conductores.
La normativa estipula que los vehículos equipados con estos sistemas deben someterse a un control de fugas cada cierto tiempo, un ciclo que para la mayoría de turismos se ha fijado en cinco años desde su primera matriculación y posteriormente cada lustro. Esta revisión no la puede realizar cualquier taller, sino que debe ser un centro autorizado con personal cualificado para la manipulación de gases fluorados. Es un certificado específico que el taller debe emitir y que el conductor debería conservar, aunque en la práctica pocos lo solicitan o son informados de su existencia, lo que puede llevar a una multa indirecta.