La DGT se enfrenta a una de las mayores paradojas de la automoción moderna: el peligro que se esconde en el silencio. Durante décadas hemos luchado contra la contaminación acústica de los motores de combustión, soñando con ciudades más silenciosas y amables. Ahora que los coches eléctricos empiezan a conquistar nuestras calles, trayendo consigo esa anhelada paz sonora, emerge una amenaza inesperada y casi invisible que pone en jaque la seguridad de los más vulnerables. El ruido cero, que se vendió como una bendición medioambiental, se ha revelado como un riesgo oculto para los peatones, un desafío que ha obligado a los reguladores a actuar con rapidez.
Este nuevo escenario ha puesto sobre la mesa un debate crucial sobre la convivencia en el asfalto. El zumbido de un motor era una señal de alerta universal, un sonido grabado a fuego en nuestro instinto de supervivencia urbana que nos advertía de la proximidad de un vehículo. Su ausencia convierte a los coches eléctricos e híbridos en fantasmas sigilosos, especialmente a bajas velocidades. La preocupación de la DGT no es infundada, ya que esta falta de estímulo auditivo incrementa notablemente el riesgo de atropello para niños, ciclistas, personas mayores y, de manera muy especial, para los invidentes, que dependen del oído para orientarse y detectar el peligro.
2AVAS, EL «ALTAVOZ» OBLIGATORIO QUE SALVA VIDAS

Ante esta nueva amenaza, la solución tecnológica no se hizo esperar y vino en forma de un acrónimo: AVAS (Acoustic Vehicle Alerting System, o Sistema de Alerta Acústica de Vehículos). Lejos de ser un claxon o una alarma estridente, el AVAS es un sistema mucho más sutil y sofisticado. Se trata de un generador de sonido artificial que emite un ruido específico y continuo cuando el coche circula a baja velocidad o marcha atrás. Su función no es otra que la de replicar la advertencia sonora que producían los motores de combustión, proporcionando una pista auditiva clara a los peatones sobre la presencia y trayectoria del vehículo. La normativa que lo regula fue un paso crucial para la seguridad.
Este sistema es obligatorio para todos los vehículos eléctricos e híbridos nuevos homologados en la Unión Europea desde el 1 de julio de 2019, y para todas las matriculaciones nuevas desde julio de 2021. El sonido que emite debe ser similar al de un motor de combustión de la misma categoría y debe variar en tono e intensidad para indicar si el vehículo está acelerando o frenando. Se activa automáticamente al arrancar el coche y funciona hasta que se superan los 20 km/h, momento en el que el ruido de los neumáticos ya es suficiente. Esta medida, supervisada por la DGT en España, busca devolver a los peatones esa capa de protección auditiva que la tecnología les había arrebatado.