La DGT se enfrenta a una de las mayores paradojas de la automoción moderna: el peligro que se esconde en el silencio. Durante décadas hemos luchado contra la contaminación acústica de los motores de combustión, soñando con ciudades más silenciosas y amables. Ahora que los coches eléctricos empiezan a conquistar nuestras calles, trayendo consigo esa anhelada paz sonora, emerge una amenaza inesperada y casi invisible que pone en jaque la seguridad de los más vulnerables. El ruido cero, que se vendió como una bendición medioambiental, se ha revelado como un riesgo oculto para los peatones, un desafío que ha obligado a los reguladores a actuar con rapidez.
Este nuevo escenario ha puesto sobre la mesa un debate crucial sobre la convivencia en el asfalto. El zumbido de un motor era una señal de alerta universal, un sonido grabado a fuego en nuestro instinto de supervivencia urbana que nos advertía de la proximidad de un vehículo. Su ausencia convierte a los coches eléctricos e híbridos en fantasmas sigilosos, especialmente a bajas velocidades. La preocupación de la DGT no es infundada, ya que esta falta de estímulo auditivo incrementa notablemente el riesgo de atropello para niños, ciclistas, personas mayores y, de manera muy especial, para los invidentes, que dependen del oído para orientarse y detectar el peligro.
3LA NORMA EUROPEA Y EL OJO VIGILANTE DE LA DGT

La implementación del sistema AVAS no es una ocurrencia española, sino el resultado de una directiva comunitaria, el Reglamento (UE) 540/2014, que busca armonizar las normas de seguridad en todo el continente. La normativa establece los requisitos técnicos mínimos que deben cumplir estos sistemas de sonido para ser eficaces sin llegar a ser una nueva fuente de contaminación acústica. En España, la Dirección General de Tráfico es el organismo encargado de velar por el cumplimiento de esta regulación, asegurando que todos los vehículos eléctricos que circulan por nuestras carreteras incorporan esta tecnología vital. La DGT trabaja en la concienciación de este aspecto menos conocido de la seguridad del coche eléctrico.
La verificación del correcto funcionamiento del AVAS se ha integrado en los protocolos de control de vehículos. Aunque no es algo que se revise de forma rutinaria en cada control de alcoholemia, sí puede ser objeto de inspección por parte de los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en controles específicos de seguridad. Más importante aún, su correcto funcionamiento es un requisito indispensable para superar la Inspección Técnica de Vehículos (ITV). Un AVAS que no funciona o ha sido modificado se considera un defecto grave, lo que implicaría un resultado desfavorable en la inspección y la obligación de repararlo para poder seguir circulando legalmente, una política de tolerancia cero por parte de la DGT.