La DGT se enfrenta a una de las mayores paradojas de la automoción moderna: el peligro que se esconde en el silencio. Durante décadas hemos luchado contra la contaminación acústica de los motores de combustión, soñando con ciudades más silenciosas y amables. Ahora que los coches eléctricos empiezan a conquistar nuestras calles, trayendo consigo esa anhelada paz sonora, emerge una amenaza inesperada y casi invisible que pone en jaque la seguridad de los más vulnerables. El ruido cero, que se vendió como una bendición medioambiental, se ha revelado como un riesgo oculto para los peatones, un desafío que ha obligado a los reguladores a actuar con rapidez.
Este nuevo escenario ha puesto sobre la mesa un debate crucial sobre la convivencia en el asfalto. El zumbido de un motor era una señal de alerta universal, un sonido grabado a fuego en nuestro instinto de supervivencia urbana que nos advertía de la proximidad de un vehículo. Su ausencia convierte a los coches eléctricos e híbridos en fantasmas sigilosos, especialmente a bajas velocidades. La preocupación de la DGT no es infundada, ya que esta falta de estímulo auditivo incrementa notablemente el riesgo de atropello para niños, ciclistas, personas mayores y, de manera muy especial, para los invidentes, que dependen del oído para orientarse y detectar el peligro.
5PEATONES MÁS SEGUROS, CIUDADES MÁS AMABLES: EL FUTURO DEL SONIDO URBANO

La introducción del AVAS es solo el primer paso hacia la redefinición del paisaje sonoro de nuestras ciudades. No se trata de volver al estruendo de antaño, sino de encontrar un equilibrio inteligente entre la tranquilidad y la seguridad. El objetivo final es crear un entorno urbano donde la tecnología sirva para proteger a todos los usuarios de la vía, especialmente a los más desprotegidos. La labor de concienciación de la DGT es clave, pero también lo es la responsabilidad individual de los conductores y la atención de los peatones, que deben acostumbrarse a identificar estos nuevos sonidos artificiales como una señal de advertencia.
El futuro de la movilidad urbana silenciosa probablemente traerá consigo sonidos de alerta más estandarizados, quizás incluso diseñados para ser más agradables al oído y menos intrusivos. La tecnología abre la puerta a un sinfín de posibilidades, desde sonidos direccionales hasta sistemas que se adaptan al entorno. La DGT y otros organismos reguladores tendrán el reto de seguir adaptando la normativa a estos avances, siempre con la premisa de que la innovación no puede ir en detrimento de la seguridad más básica. La convivencia pacífica y segura entre los coches silenciosos y los peatones, es el verdadero horizonte hacia el que debe avanzar la movilidad sostenible en nuestras ciudades.