El precio de un producto en temporada de rebajas puede ser el mayor de los anzuelos, una promesa de ahorro que nos empuja a un frenesí consumista del que a menudo salimos con más bolsas que satisfacción real. Todos hemos sentido esa descarga de adrenalina al ver una etiqueta con un precio original tachado y una cifra mucho menor al lado, creyendo que hemos cazado la ganga del siglo. Sin embargo, detrás de muchas de estas ofertas aparentemente irresistibles se esconde una estrategia calculada y engañosa, una trampa diseñada para manipular nuestra percepción del valor y hacernos abrir la cartera sin cuestionar la veracidad del descuento.
Esta práctica, conocida en el argot del consumidor como la del «precio barrido», no es un simple error de etiquetado ni una casualidad desafortunada. Se trata de una táctica deliberada empleada por algunas tiendas, tanto físicas como en línea, que consiste en inflar artificialmente los precios justo antes de que comience el periodo de rebajas. De este modo, el descuento que se anuncia parece mucho más sustancial de lo que es en realidad, creando una ilusión de oportunidad que resulta difícil de ignorar. Organizaciones de consumidores como la OCU llevan años investigando y denunciando este fenómeno que pervierte el espíritu de las rebajas.
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Ante la proliferación de estas prácticas, las organizaciones de defensa de los consumidores se han convertido en un pilar fundamental para la protección ciudadana. La OCU, en particular, realiza exhaustivos estudios de mercado antes de cada gran periodo de rebajas, monitorizando el precio de miles de artículos para verificar si los descuentos son reales o no. Sus informes, de gran repercusión mediática, no solo alertan a los compradores, sino que también ejercen una presión considerable sobre las empresas infractoras, que se ven expuestas públicamente y se arriesgan a perder la confianza de sus clientes y a posibles sanciones.
Si un consumidor detecta que ha sido víctima de una de estas trampas, no debe quedarse de brazos cruzados. El primer paso es documentar el caso, guardando capturas de pantalla de la oferta, el ticket de compra y cualquier prueba del precio anterior si se dispone de ella. Con esta documentación, se puede presentar una reclamación formal en la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) de su localidad o en la Dirección General de Consumo de su comunidad autónoma. Denunciar estas situaciones es crucial, ya que la acción colectiva es la herramienta más eficaz para forzar un cambio de comportamiento en el mercado y garantizar que las rebajas vuelvan a ser sinónimo de ahorro real.