El airbag se ha consolidado en nuestras mentes como el ángel de la guarda silencioso que viaja con nosotros en cada trayecto, un elemento de seguridad pasiva que damos por sentado. Confiamos ciegamente en que, en el fatídico instante de una colisión, esta bolsa de aire se desplegará para salvarnos la vida o mitigar las lesiones. Sin embargo, este componente crucial, un dispositivo diseñado para proteger, puede convertirse en el origen de un problema legal y económico mayúsculo si no funciona correctamente o ha sido manipulado. La ignorancia, en este caso, puede salirnos muy cara.
Pocos conductores son conscientes de que el estado de este sistema de retención es un pilar fundamental en la relación contractual con su compañía de seguros. Un fallo, una desactivación no justificada o una reparación negligente pueden ser interpretados por la aseguradora como una alteración del riesgo asegurado. Esto significa que, en caso de siniestro, podríamos enfrentarnos a una desagradable sorpresa, descubriendo que la cobertura que creíamos tener se desvanece en el momento más necesario. Lo que parece un simple testigo luminoso en el salpicadero puede ser la antesala de un verdadero calvario burocrático y financiero.
5LA REVISIÓN ANUAL QUE SALVA VIDAS Y CARTERAS

Para evitar esta pesadilla, la prevención es la única arma eficaz. Cada conductor debe incorporar una sencilla rutina de revisión anual. Lo primero y más básico es prestar atención al testigo del salpicadero al arrancar el coche; si no se apaga, hay que acudir a un taller cualificado de inmediato. También es recomendable una inspección visual de las zonas donde se aloja el airbag, como el centro del volante o el salpicadero del copiloto, buscando signos de manipulación, tapas que no encajan bien o materiales de diferente textura.
Además, al realizar la revisión anual del vehículo, es una buena práctica solicitar explícitamente al taller que compruebe el sistema de diagnóstico del airbag para confirmar que no existen fallos latentes. Mantener este sistema vital en perfecto estado no es solo una obligación para pasar la ITV o para estar cubierto por el seguro. Es, ante todo, un acto de responsabilidad con nuestra propia seguridad y la de quienes viajan con nosotros. Un airbag funcional es una segunda oportunidad en la carretera, un elemento que marca la diferencia entre un susto y una tragedia.