La tortilla de patatas que hoy veneramos en cada bar, en cada casa y en cada celebración, no nació entre los fogones de una abuela cariñosa que pasaba la receta de generación en generación. La realidad es mucho más cruda, más fascinante y nos lleva directamente a un campo de batalla. Lejos de cualquier estampa hogareña, la historia documentada de nuestro plato nacional nos revela que un plato humilde se inventó por pura necesidad militar, cambiando para siempre nuestro recetario y nuestra identidad. ¿Estás preparado para descubrir un origen que huele más a pólvora que a aceite de oliva?
Pocos imaginan que detrás de este manjar de huevo y patata, de ese debate eterno entre «concebollistas» y «sincebollistas», se esconde la figura de un estratega militar y el ingenio de la supervivencia. La historia de la tortilla de patatas, lejos del romanticismo, sitúa su nacimiento en un contexto bélico durante las Guerras Carlistas como una solución de intendencia. Un invento pragmático, barato y nutritivo que tenía una misión muy clara: llenar el estómago de las tropas en una de las épocas más convulsas de la historia de España. La verdad es, a menudo, más sorprendente que cualquier leyenda.
2EL GENERAL QUE CAMBIÓ LA GASTRONOMÍA ESPAÑOLA

Aquí es donde la historia da un giro y entra en escena un nombre clave: Tomás de Zumalacárregui. Este general carlista, un tipo duro y pragmático, no estaba pensando en crear un icono gastronómico cuando popularizó el plato. Su única obsesión era mantener a sus tropas en pie de guerra. Durante el asedio de Bilbao, buscaba desesperadamente una solución alimenticia para sus soldados que fuera barata, nutritiva y fácil de preparar y transportar. Y la encontró en la sabiduría popular de los caseríos navarros, en esa mezcla que ya hacían los locales.
La genialidad de Zumalacárregui fue ver el potencial logístico de esa humilde receta. La tortilla de patatas era la respuesta perfecta a sus problemas: combinaba los carbohidratos baratos y saciantes de la patata con la proteína del huevo, creando un plato contundente que daba energía para combatir. La patata, por entonces, era un tubérculo relativamente nuevo y poco apreciado, casi comida para el ganado. El general, con su visión práctica, la convirtió en el pilar de la alimentación de su ejército, extendiendo su consumo y sentando, sin saberlo, las bases de la cocina española moderna.