martes, 12 agosto 2025

El pueblo blanco de Cádiz con una playa de interior: la sorpresa que te espera para el último chapuzón del verano

Hablar de Cádiz es, casi siempre, pensar en kilómetros de arena dorada, en el rugido del Atlántico y en chiringuitos donde el tiempo se detiene. Pero, ¿y si te dijera que uno de sus secretos mejor guardados no mira al mar, sino a una montaña? La provincia esconde un pueblo blanco de postal donde es posible darse un chapuzón en una playa artificial, un oasis de agua dulce que rompe todos los esquemas y te obliga a replantearte todo lo que creías saber sobre el sur. Un lugar que parece sacado de un espejismo y que te espera para darte una sorpresa mayúscula.

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Este rincón desafía la lógica y nos invita a redescubrir la geografía local en una escapada por la sierra gaditana que se queda grabada en la retina. Es la prueba de que esta tierra siempre tiene un as bajo la manga, descubrirás que el rumor del agua puede sustituir al de las olas, ofreciendo un refugio inesperado contra el calor del sur, incluso cuando el verano empieza a despedirse. Olvida por un momento la Costa de la Luz y acompáñame a un viaje al corazón de la sierra, a un lugar donde el azul del agua compite con el blanco de la cal.

¿UN ESPEJISMO EN LA SIERRA? ESTO ES REAL Y ESTÁ EN CÁDIZ

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La sorpresa es mayúscula cuando, recorriendo las carreteras sinuosas de la sierra de Cádiz, te topas con esta anomalía bendita. El paisaje es el que esperas: colinas cubiertas de olivos, el sol intenso de Andalucía y, a lo lejos, la silueta de un pueblo blanco encaramado a una roca. Lo que no esperas es el destello azul a los pies de esa misma montaña. No, no es un espejismo provocado por el calor. Es el Área Recreativa de Arroyomolinos, aunque nadie la conoce por su nombre oficial. Para todos, es simplemente «La Playita» de Zahara de la Sierra.

Poca broma con el ingenio que se esconde detrás de esta maravilla. Lejos de ser un capricho de la naturaleza, se trata de un embalse artificial creado aprovechando el cauce del río Guadalete, que nace muy cerca de aquí, en Grazalema. El resultado es un espacio perfectamente acondicionado para el baño, con césped, árboles que dan una sombra que es oro puro y un agua sorprendentemente fresca que revitaliza cuerpo y mente. Un concepto que redefine por completo la idea de un día de playa en la provincia gaditana y que atrae a familias y grupos de amigos de toda la comarca.

ZAHARA DE LA SIERRA, MUCHO MÁS QUE AGUA DULCE

Aunque la tentación de quedarse a remojo todo el día es fuerte, sería un error pensar que el único atractivo de este rincón de Cádiz es su playa de interior. Zahara de la Sierra es, por derecho propio, uno de los pueblos más bonitos de España. Su estampa es icónica: un caserío blanco que trepa por la ladera de una montaña, coronado por los restos imponentes de un castillo nazarí del siglo XIII. Pasear por sus calles es un ejercicio para las piernas y un regalo para la vista.

Cada recodo es una postal. Las empinadas cuestas adornadas con macetas de geranios, las pequeñas plazas donde los mayores charlan al fresco y las vistas panorámicas que se abren de repente sobre el embalse de Zahara-El Gastor. Subir hasta el castillo es obligatorio, el esfuerzo se ve recompensado con una panorámica de 360 grados sobre la sierra de Grazalema que te deja sin aliento. Es desde allí arriba donde entiendes la importancia estratégica que tuvo este enclave durante siglos, una atalaya perfecta que vigilaba el paso entre Sevilla y Ronda. Un tesoro andaluz en toda regla.

EL SECRETO MEJOR GUARDADO: ASÍ ES «LA PLAYITA» POR DENTRO

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Centrémonos ahora en la joya de la corona, en ese imán que atrae a tantos visitantes. «La Playita» no es una simple poza; es un complejo de ocio bien pensado. El área es amplia y ofrece servicios como alquiler de hamacas, un chiringuito para calmar el hambre y la sed, y zonas de sombra para desplegar la toalla sin miedo a achicharrarse. El ambiente es familiar y relajado, muy diferente al bullicio que a veces se vive en la costa gaditana durante los meses de verano. Aquí el único sonido que compite con las risas es el de las chicharras.

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Lo que realmente la hace especial es el entorno. Estás nadando en agua dulce y fresca mientras levantas la vista y te encuentras rodeado por las montañas de la Sierra de Grazalema, con el pueblo de Zahara como telón de fondo. Es una sensación única. La zona de baño está delimitada y la profundidad varía, lo que la hace segura para los más pequeños. Es la solución perfecta para quienes aman el agua pero no tanto la arena pegajosa o el agua salada. Un planazo para exprimir los últimos días de calor en un lugar inesperado de Cádiz.

LA RUTA DE LOS PUEBLOS BLANCOS: UN VIAJE EN EL TIEMPO

Zahara de la Sierra es una parada imprescindible en la famosa Ruta de los Pueblos Blancos, un itinerario que serpentea por el interior de Cádiz y parte de Málaga. Aprovechar la visita para explorar los alrededores es casi una obligación. A pocos kilómetros se encuentra Grazalema, el pueblo más lluvioso de España, enclavado en un paraje de pinsapos único en el mundo. O Setenil de las Bodegas, con sus asombrosas casas cueva construidas directamente bajo la roca. Cada pueblo tiene su propia personalidad y su propia historia.

Este viaje por la sierra es mucho más que turismo rural; es un viaje a otra velocidad. Aquí el tiempo parece discurrir más despacio, regido por el sol y las estaciones. Es una Andalucía auténtica, de sabores intensos como el del aceite de oliva de la zona o los quesos de cabra payoya. Recorrer estas carreteras es descubrir un patrimonio histórico y natural de un valor incalculable que a menudo queda eclipsado por la fama de las playas. Pero la verdadera alma de Cádiz también late con fuerza en estas montañas.

CUANDO EL VERANO SE DESPIDE EN EL CORAZÓN DE CÁDIZ

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Quizás lo más mágico de este lugar es la capacidad que tiene para crear recuerdos imborrables. Es el sitio perfecto para ese último chapuzón del año, cuando el verano empieza a dar sus últimos coletazos y el calor ya no aprieta con tanta furia. Imagina la escena: una tarde de septiembre, el sol más bajo tiñendo de naranja las montañas y tú flotando en esas aguas tranquilas. Es la estampa de la felicidad sencilla, la que no necesita grandes artificios. Una experiencia que conecta directamente con la tierra y te recarga de energía.

Mientras el resto del mundo piensa que la temporada de baño ha terminado, tú puedes estar aquí, en este secreto a voces de la sierra de Cádiz. Es la demostración de que la provincia es inagotable, un cofre lleno de sorpresas que nunca deja de asombrar. Y cuando cae la noche sobre Zahara y las luces del pueblo empiezan a parpadear como estrellas caídas en la montaña, entiendes que la belleza de este rincón de Andalucía no reside solo en su playa, sino en el contraste perfecto entre la piedra, el agua y el cielo. Un final de verano que sabe a gloria.

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