domingo, 17 agosto 2025

«Asustar al pulpo» no es un mito y tu abuela no estaba loca: los biólogos explican el fenómeno térmico que evita que se peleche

Seguro que la imagen te resulta familiar: el ritual casi sagrado de tu abuela frente a una olla de agua hirviendo, sosteniendo un magnífico pulpo por la cabeza. La escena se repetía una y otra vez, metiéndolo y sacándolo del agua con un movimiento casi coreografiado que ella llamaba «asustar». Y tú, probablemente, lo veías como una de esas manías entrañables, una costumbre sin más fundamento que la tradición. Pero, ¿y si te dijera que ese gesto esconde una precisión científica asombrosa? Resulta que la sabiduría popular guardaba el secreto para conseguir una textura y una presentación impecables en este cefalópodo, un truco que hoy la ciencia puede explicar con todo lujo de detalles y que separa un plato memorable de uno simplemente aceptable.

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Aquella ceremonia del agua hirviendo no era un capricho ni una superstición marinera para aplacar a los dioses del mar. Era, en realidad, la clave maestra para que ese manjar marino llegara a la mesa con su característica piel intacta, tersa y de un color violáceo profundo que invita a disfrutarlo solo con la vista. Porque, seamos sinceros, no hay nada más decepcionante que un pulpo despellejado tras la cocción. Esa sabiduría transmitida en las cocinas de nuestras abuelas es un método basado en un choque térmico controlado que fija las proteínas de la piel del animal, evitando que se desprenda durante el largo proceso de cocido y garantizando ese acabado profesional que todos buscamos. Prepárate, porque vas a entender por fin por qué tu abuela era una auténtica maestra.

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EL LEGADO EN EL PLATO: UNA HISTORIA DE SABOR Y CARIÑO

Fuente Freepik

Al final, cada vez que preparamos un pulpo siguiendo estos pasos, no solo estamos cocinando un plato delicioso, estamos rindiendo homenaje a generaciones de mujeres y hombres de mar que, con paciencia y observación, descifraron los secretos de este manjar. Cada una de las inmersiones en el agua hirviendo, cada minuto de cocción vigilado con esmero, es un acto de respeto por el producto y por la herencia recibida. Ese plato de pulpo a la gallega, con su pimentón espolvoreado, su chorro de aceite de oliva virgen extra y sus cachelos, es mucho más que comida; es un relato. Es el relato de una abuela, de un pueblo costero, de una fiesta popular.

La próxima vez que disfrutes de un buen pulpo, fíjate en la perfección de su piel, en la terneza de su carne, y recuerda que detrás de esa maravilla hay un ritual que es pura inteligencia. Una técnica que demuestra que la cocina es un laboratorio de sensaciones donde la tradición y la ciencia se dan la mano para crear algo inolvidable. Y es que, en el fondo, ese gesto de «asustar» al pulpo no era para infundirle miedo, sino para infundirle el alma de la perfección. Al final, este rey de las tapas convierte una simple comida en una celebración, en la excusa perfecta para reunir a la familia y crear nuevos recuerdos, demostrando que el mejor ingrediente siempre será el cariño con el que se cocina.

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