Comprar un coche eléctrico es, para muchos, la culminación de un sueño y una declaración de intenciones. Te despides de las gasolineras, del ruido del motor de combustión y abrazas un futuro más limpio y silencioso. Durante la primavera y el verano, todo es idílico: la autonomía que marca el panel parece infinita y cada trayecto es una confirmación de haber tomado la decisión correcta. Pero entonces llega el otoño, el primer frío de verdad, y algo cambia. De repente, esa cifra de kilómetros que te daba tanta seguridad se desploma sin previo aviso. ¿Qué está pasando? No es un fallo, y no estás solo, ya que el frío intenso afecta directamente a la química de las baterías de iones de litio, reduciendo temporalmente su capacidad y eficiencia. Es una reacción física, predecible y, lo más importante, reversible y manejable si sabes cómo.
La primera vez que sucede, el pánico es inevitable. Piensas que la batería está defectuosa o que tu flamante coche eléctrico te ha salido «rana». Ves cómo el porcentaje de carga baja a un ritmo preocupante y empiezas a hacer cálculos mentales, temiendo quedarte tirado. Pero, ¿y si te dijera que la culpa no es del todo de la batería, sino de cómo interactuamos con esta nueva tecnología cuando las condiciones cambian? La clave no está en una avería oculta, puesto que la gestión térmica del vehículo desvía una parte importante de la energía a calentar la propia batería para protegerla, lo que reduce la autonomía disponible para la conducción. Entender este mecanismo es el primer paso para dominar la movilidad eléctrica y dejar de sufrir cada vez que el termómetro se acerca a los cero grados. Sigue leyendo, porque la solución es más sencilla y barata de lo que imaginas.
2EL SECRETO MEJOR GUARDADO: LA DIFERENCIA ENTRE CARGAR Y «PREPARAR»

Aquí es donde reside uno de los trucos más efectivos y, a menudo, más desconocidos para combatir la pérdida de autonomía en invierno. La mayoría de los usuarios llegan a su coche eléctrico, lo desenchufan y arrancan. Si hace frío, lo primero que hacen es poner la calefacción a tope para calentar el habitáculo. Este es el error más común y el que más energía consume. La solución se llama «preacondicionamiento» o «climatización programada». Es una función presente en casi todos los vehículos eléctricos modernos y consiste en programar el coche para que, a una hora determinada, caliente tanto el habitáculo como la propia batería mientras sigue conectado al cargador. La ventaja es monumental, ya que preacondicionar la batería mientras el coche está enchufado utiliza energía directamente de la red eléctrica, no de la propia batería, por lo que inicias tu viaje con el 100% de la carga y una batería a su temperatura óptima.
Imagina el escenario contrario, que es el que la mayoría practica por desconocimiento. Te subes a tu coche a las siete de la mañana con tres grados en la calle. El interior está helado y la batería también. Al encender la climatización, el sistema tiene que hacer un esfuerzo titánico. No solo debe calentar un habitáculo grande y acristalado desde cero, sino que también debe emplear una cantidad ingente de energía en calentar el enorme paquete de baterías para que funcione correctamente. El resultado es un desplome inmediato de la autonomía, ya que encender la calefacción al máximo en un coche frío es uno de los mayores consumos de energía instantáneos, pudiendo reducir la autonomía estimada en un 20% o más en los primeros minutos. Usar la energía de casa para esta tarea es, sin duda, el consejo más valioso para cualquier propietario de un eléctrico.